sábado, 2 de diciembre de 2017

Un año después: el descanso

Sigo mejorando poquito a poco mi visión... ¡y han pasado un año y seis meses de mi último pinchazo!

Hoy explicaré otro pilar clave en mi recuperación y mantenimiento. Algo fundamental para la salud en general, y muy en especial para los ojos: ¡el descanso!

No es fácil descansar y relajarse, sobre todo si tienes un trabajo de responsabilidad y muchas personas a tu alrededor. Pero saber descansar es todo un ejercicio de humildad, y necesario. No eres imprescindible. Una cosa es ser responsable y otra ir estresado, corriendo de un lugar a otro, queriéndolo resolver todo para todos y ya mismo.

Recuerdo que, cuando tuve el trombo ocular, uno de los primeros consejos que me dio el médico fue este: «Vigila con el estrés».

El antídoto para el estrés es la humildad. En mi caso, ha sido repetirme y ser consciente de que no soy un mesías ni un Superman. Otro antídoto para el estrés es la organización. Si planeas con tiempo lo que tienes que hacer y te ordenas la actividad, avanzando un poco cada día, podrás conseguir tus objetivos sin angustias ni prisas de última hora. La gestión del tiempo es crucial. No se pueden comprimir las horas y hay que saber cuándo parar y decir basta. También hay que saber poner límites a los demás cuando nos invaden el espacio y quieren quitarnos más tiempo del que disponemos. Esto, en personas que trabajamos de cara al público y estamos al servicio de los demás, es muy importante. No somos dioses. Tenemos un solo cuerpo y una sola alma, un solo cerebro, un solo corazón. No podemos multiplicarnos.

El hiperactivismo, combinado con malos hábitos de salud, calor, estrés e hipertensión, me llevó al accidente ocular que inició mis problemas de visión. Intento recordarlo cada día para contener mi natural impaciente y emprender mis tareas con calma.

Ahora procuro respirar hondo, evitar los golpes de calor, protegerme del sol, seguir una dieta sana para mantener a raya la hipertensión y el colesterol y, sobre todo… vivir de forma más sosegada, aprendiendo a descansar. No sólo se trata de dormir las horas necesarias, sino de reservar cada día un espacio de silencio, de reposo y de reflexión, y algún tiempo para pasear, escribir y dedicarme a actividades que me recrean y me relajan, como la cocina. Todo esto es descanso, y nuestros ojos también lo necesitan.

Finalmente, una parte vital del descanso es el sueño nocturno. Dormir bien, unas horas mínimas, es indispensable para que el cuerpo se nutra, se repare y elimine toxinas. Un sueño profundo regenera los tejidos y el sistema nervioso, y no olvidemos que los ojos son parte del cerebro… Nuestra visión, que durante el día se ve impactada por mil estímulos y debe tensarse mucho, descansa con un buen sueño nocturno en una habitación lo más silenciosa posible, sin aparatos electrónicos… y bien a oscuras. La oscuridad permite que nuestro cerebro active los mecanismos de reposo y reparación, y que el cuerpo siga sus ciclos naturales de día y noche. Si hay luz ambiental o artificial, el descanso no es tan completo.

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