Como anuncié, voy a explicar
punto por punto cuáles han sido las claves para conseguir pasar ¡un año y cuatro
meses! sin tener que volver a inyectarme fármacos en el ojo.
El primer pilar de mi salud
ha sido una dieta sana. Ya he
hablado en muchas ocasiones de la importancia de comer bien para ver mejor. Se
trata de evitar la comida que pueda dañar a la vista y, en cambio, tomar
alimentos beneficiosos.
En realidad, una dieta buena
para la vista es buena para la salud global del cuerpo y la psique. Porque se
trata de “comer vida”, tomar alimentos naturales, llenos de nutrientes y
energía, que sanan todo el cuerpo. En el caso de la visión es fundamental que
sean alimentos buenos para:
-
la salud del
hígado, que influye mucho en la vista,
-
que ayuden a
bajar la hipertensión y mejoren la circulación sanguínea,
-
que reduzcan
el colesterol,
-
que reduzcan
la oxidación del cuerpo y el envejecimiento de los tejidos.
Es decir, alimentos sin
grasas saturadas y llenos de vitaminas y minerales antioxidantes. ¿Dónde encontrarlos? En las plantas. Mi dieta
es un 80 % vegetariana, aunque tomo con moderación algo de jamón, pescado y pollo
ecológico. He eliminado los embutidos, los lácteos (incluidos los quesos), he
reducido mucho la sal que tomo y prácticamente del todo los azúcares refinados.
Mis únicos azúcares son el azúcar natural de las frutas y los carbohidratos de
las legumbres, las verduras y los cereales, como el arroz.
Muchas personas, que me
conocieron estando grueso, ahora dicen que me ven muy delgado. En realidad,
estoy en mi peso ideal, después de muchos años de sufrir sobrepeso. Pero lo
mejor de todo es que me encuentro muy bien, veo mejor y me siento rejuvenecido.
Cuando la sangre fluye mejor y más limpia, realmente todo el cuerpo reacciona y
se beneficia. También mejoran el oído, la movilidad, la memoria y la agilidad
mental. Tomar muchas frutas y verduras
frescas es dar un baño de oxígeno a las células. Y las primeras que lo
agradecen son las delicadas células de la retina, tan sensibles a la oxidación.
Debo añadir, también, que al cabo del
tiempo he visto que hacen falta muy pocos suplementos, o casi ninguno (salvo, controladamente, los de Omega 3). Diversos
estudios científicos han mostrado que una pastilla con vitaminas sintéticas no
es lo mismo que una fruta entera, que es una auténtica farmacia natural.
Mientras que las vitaminas naturales de las frutas y verduras vienen en un
cóctel, con agua, fibra y otros componentes que las hacen muy asimilables, los
suplementos son concentrados que no sólo pueden ser inútiles, sino hasta
dañinos para la salud, como en el caso de los betacarotenos aislados y la vitamina E sintética. Nada puede suplir una buena alimentación variada y de
calidad.