sábado, 9 de septiembre de 2017

Un año después - alimentación

Como anuncié, voy a explicar punto por punto cuáles han sido las claves para conseguir pasar ¡un año y cuatro meses! sin tener que volver a inyectarme fármacos en el ojo.

El primer pilar de mi salud ha sido una dieta sana. Ya he hablado en muchas ocasiones de la importancia de comer bien para ver mejor. Se trata de evitar la comida que pueda dañar a la vista y, en cambio, tomar alimentos beneficiosos.

En realidad, una dieta buena para la vista es buena para la salud global del cuerpo y la psique. Porque se trata de “comer vida”, tomar alimentos naturales, llenos de nutrientes y energía, que sanan todo el cuerpo. En el caso de la visión es fundamental que sean alimentos buenos para:

-        la salud del hígado, que influye mucho en la vista,
-        que ayuden a bajar la hipertensión y mejoren la circulación sanguínea,
-        que reduzcan el colesterol,
-        que reduzcan la oxidación del cuerpo y el envejecimiento de los tejidos.

Es decir, alimentos sin grasas saturadas y llenos de vitaminas y minerales antioxidantes.  ¿Dónde encontrarlos? En las plantas. Mi dieta es un 80 % vegetariana, aunque tomo con moderación algo de jamón, pescado y pollo ecológico. He eliminado los embutidos, los lácteos (incluidos los quesos), he reducido mucho la sal que tomo y prácticamente del todo los azúcares refinados. Mis únicos azúcares son el azúcar natural de las frutas y los carbohidratos de las legumbres, las verduras y los cereales, como el arroz.

Muchas personas, que me conocieron estando grueso, ahora dicen que me ven muy delgado. En realidad, estoy en mi peso ideal, después de muchos años de sufrir sobrepeso. Pero lo mejor de todo es que me encuentro muy bien, veo mejor y me siento rejuvenecido. Cuando la sangre fluye mejor y más limpia, realmente todo el cuerpo reacciona y se beneficia. También mejoran el oído, la movilidad, la memoria y la agilidad mental.  Tomar muchas frutas y verduras frescas es dar un baño de oxígeno a las células. Y las primeras que lo agradecen son las delicadas células de la retina, tan sensibles a la oxidación.

Debo añadir, también, que al cabo del tiempo he visto que hacen falta muy pocos suplementos, o casi ninguno (salvo, controladamente, los de Omega 3). Diversos estudios científicos han mostrado que una pastilla con vitaminas sintéticas no es lo mismo que una fruta entera, que es una auténtica farmacia natural. Mientras que las vitaminas naturales de las frutas y verduras vienen en un cóctel, con agua, fibra y otros componentes que las hacen muy asimilables, los suplementos son concentrados que no sólo pueden ser inútiles, sino hasta dañinos para la salud, como en el caso de los betacarotenos aislados y la vitamina E sintética. Nada puede suplir una buena alimentación variada y de calidad.