25 de mayo. Ha pasado un año desde que me pusieron la
última inyección en el ojo. ¡Un año completo! Y ahora ya ha transcurrido otro
mes. En total, trece meses sin tener que pincharme de nuevo. Para mí es un
triunfo, y mi oftalmólogo me dice que es importante, porque en todo este tiempo
el ojo ha podido recuperarse sin sufrir más agresiones y los tejidos poco a
poco se van regenerando. Mi visión también ha mejorado, según voy comprobando
con el tamaño de la letra que utilizo para leer, e incluso en la pantalla del
móvil.
¿Qué he hecho durante este año? Quiero explicar varios
aspectos que creo que han contribuido a mi mejora, esperando animar y ayudar a
otras personas que se encuentren en mi situación. Lo que he podido comprobar es
que se puede mejorar la visión, aún teniendo una membrana en la retina, y un
proceso similar a la degeneración macular. Y que no tenemos por qué pincharnos
cada dos meses, o con tanta frecuencia como algunos médicos sugieren. Cada
persona es única, por supuesto. Pero no olvidemos que una inyección no deja de
ser una agresión, y el fármaco que se nos infiltra no deja de ser un tóxico que
tiene sus efectos secundarios. Como me dijo mi doctor, es una pequeña dosis de
quimioterapia que, si bien ayuda a recuperar visión y detener la hemorragia y
los derrames internos, con el tiempo va causando otros daños colaterales en los
tejidos.
Por tanto, alargar la frecuencia de las inyecciones hasta
un año, o más, es importante. En mi caso, espero que este periodo se prolongue…
Ojalá no tuviera que pincharme más.
Voy a explicar los siete puntos que creo más importantes y
que me han permitido pasar un año libre de inyecciones. Los detallaré en las
próximas entradas del blog, uno por uno, pero ahora los resumo aquí.
1. Dieta sana.
Ha sido fundamental. He eliminado una serie de alimentos que perjudican la
circulación y la vista, y tomo muchos alimentos llenos de antioxidantes que
benefician a mis ojos. La dieta es necesaria para controlar la hipertensión y
el colesterol, que en mi caso fueron los causantes de mi problema ocular.
2. Ejercicio. El
deporte ayuda a bombear la sangre y oxigenar todo el cuerpo, muy en especial la
zona ocular, tan necesitada de oxígeno. Los ejercicios oculares ayudan a
mejorar la capacidad visual, independientemente del estado de tu ojo.
3. Respiración:
es vital para obtener suficiente oxígeno.
4. Descanso. He
aprendido a relajarme y a vivir con una actitud más serena. Combatir el estrés
y dormir y descansar lo necesario es también crucial.
5. Calidad en
el trato médico. En mi caso, el trato exquisito y la humanidad de mi
oftalmólogo han sido decisivos para que la terapia haya funcionado mejor. Lo
explicaré con detalle, porque la relación médico paciente es fundamental.
6. Terapias
complementarias. No me he conformado y he buscado alternativas que pudieran
ayudarme a mejorar mi visión y mi salud en general. Estos apoyos han consistido
en la toma de algunos suplementos y en varias sesiones de acupuntura ocular y
otras terapias que explicaré.
7. Finalmente,
la actitud es básica. Sostiene todo. En mi caso, como ya sabéis, no me rindo
nunca. Siempre busco segundas y terceras opiniones médicas, y otras opciones
que me permitan no sólo aguantar y evitar ir a peor, sino acercarme a la
excelencia.
Soy consciente de que la investigación médica está
avanzando, y sé que dentro de pocos años habrá nuevos tratamientos que
mejorarán los problemas de visión, como el mío y tantos otros. De momento,
busco entre lo que hay, y procuro estar informado de las novedades que surgen.
De todo lo que he hecho, os puedo decir que lo que más funciona, aparte del
tratamiento de emergencia y las terapias, es la alimentación. La salud entra
por la boca, también la salud visual.