domingo, 28 de febrero de 2016

Perlas azules

Hace tiempo que sé que los arándanos son estupendos para la vista. Como todos los frutos del bosque, de color oscuro, posee muchos antioxidantes y flavonoides. Estas substancias protegen a la baya de los rayos del sol. Por tanto, también son protectoras de las células de la retina.

Pero, además, los arándanos tienen otras propiedades que los hacen muy beneficiosos para la salud en general.

Desde la antigüedad se han consumido por sus cualidades diuréticas, como protectores del riñón.

Además, son muy buenos para la circulación: sus componentes fluidifican la sangre y deshacen los trombos; ayudan a relajar los vasos sanguíneos, con lo cual regulan la presión arterial.  Contribuyen a la generación de colágeno, la proteína que forma las venas y arterias y regenera los tejidos.

Son buenos para la salud cerebral y el sistema nervioso. Y ya sabemos que los ojos forman parte de la estructura cerebral, ¡son del mismo tejido!

Sus vitaminas antioxidantes los hacen indicados para aliviar cualquier proceso inflamatorio, en especial del tracto digestivo y los intestinos. Son muy buenos para reparar la salud digestiva.

Los flavonoides que contienen ayudan a regenerar las células de la retina. Los arándanos se recomiendan en casos de ceguera nocturna o dificultad para adaptar la vista de la luz a la sombra; en casos de glaucoma y también para las cataratas y el astigmatismo.

Como tantas cosas, es algo que yo sabía pero nunca acaba de encontrar el momento y la manera de tomar arándanos, porque es una fruta que no siempre se encuentra fresca y tampoco estaba acostumbrado a comerla.

Pero este invierno los encontré desecados en una tienda donde suelo comprar productos ecológicos a granel. Desecados prácticamente mantienen todas las propiedades intactas. Un día se me ocurrió echarlos en la infusión que tomo en el desayuno. Además de darle un buen gusto ―no hace falta echarle azúcar― quedan reblandecidos y muy sabrosos, y me entraron de maravilla. Desde hace unas semanas los estoy tomando así y ¡mi vista ha mejorado! Lo noto en las letras de la pantalla de mi móvil y en otros detalles inequívocos. Al principio no asocié esta mejora a la toma de arándanos, pero, pensando qué estaba haciendo de nuevo para haber mejorado, caí en la cuenta. Entonces recordé algo que había leído. Los pilotos del ejército inglés durante la II Guerra Mundial tomaban mermelada de arándanos y esto les agudizaba la visión nocturna.

¡Ahora lo he comprobado en mí! Así que lo aconsejo a todos. Incluso a quienes no tenéis problemas visuales, como medida preventiva. Los beneficios de una fruta tan completa abarcan todos los sistemas del cuerpo.

También existen suplementos y cápsulas con extracto de arándano. Pero os diré que no es lo mismo. Un alimento es un conjunto de sustancias, un cóctel muy sabiamente combinado por la naturaleza. Ningún laboratorio podrá reproducir una fruta viva, con muchísimos elementos que interactúan y se potencian entre sí. Una sustancia aislada, por ejemplo, una vitamina, nunca será lo mismo sola que en combinación. Además, los preparados sintéticos pasan un proceso de elaboración artificial. Muchas vitaminas no tienen su origen en una fruta o una verdura, sino en una reacción química a partir de sustancias minerales. No pocas vitaminas se extraen del petróleo o de azúcares refinados.

Además, por presentarse en forma sintética, no está nada claro que el cuerpo la asimile como asimilaría las vitaminas naturalmente presentes en una fruta. Los estudios sobre suplementos son bastante contradictorios y ambiguos. No demuestran resultados fiables al cien por cien, incluso algunos más bien muestran efectos perjudiciales si se toman durante mucho tiempo. Finalmente, la industria de los suplementos no deja de ser otro gran negocio que busca su lucro. Esto no quiere decir que haya buenos productos, de calidad, biodisponibles y de fuentes naturales, pero el consumidor debe estar muy bien informado antes de comprar, y el marketing es potente y no siempre informa de todo lo que debería.


Así que este es mi consejo: toma un puñadito de arándanos al día, frescos o desecados, de la manera que te resulten más sabrosos. Si tienes problemas visuales y eres constante, verás los resultados. Si tienes buena vista, cuídala y regala un mimo a tus ojos con buenos alimentos, como estas preciosas perlas azules que nos brinda la naturaleza.

domingo, 14 de febrero de 2016

La campimetría, una prueba reveladora

Una de las pruebas que siempre me hace mi oftalmólogo, el doctor Vivar, es una campimetría visual. No todos los oftalmólogos la hacen en pacientes que tienen mi problemática. Normalmente la campimetría se utiliza para determinar el avance de algunas patologías, como el glaucoma.

¿Qué es la campimetría? Es un test para evaluar dos cosas: tu agudeza visual y tu campo de visión, es decir, la amplitud espacial que puedes abarcar con tu vista. Esta prueba es muy reveladora porque ayuda al médico a determinar exactamente cómo ves, independientemente de los resultados que den otras pruebas. También le sirve para detectar posibles lesiones en algún segmento del ojo.

¿En qué consiste la prueba? Es muy sencilla y totalmente indolora. El paciente debe apoyar la barbilla en una especie de repisa y mirar dentro de una cámara oscura, donde se ve una cruz iluminada en medio. Durante unos minutos, se dispara una serie de ráfagas luminosas con diferente intensidad y en diferentes lugares. El paciente tiene que indicar, presionando un mando, cada señal que percibe. El médico se dará cuenta de inmediato qué señales ve el paciente y cuáles no puede ver, y en qué zona no las distingue.

Es una prueba funcional que va más allá de la anatomía del ojo, porque las pruebas como la OCT, la angiografía o la foto del fondo de ojo revelan la fisiología concreta del ojo en ese momento, pero puede ser que el paciente vea más de lo que cabría esperar por su estado. Este es mi caso concreto. El doctor Vivar a veces me dice que, según la foto del fondo de ojo, se podría interpretar que tengo una visión del 20 %, cuando en realidad estoy viendo un 80 %, y esto se pone de manifiesto en la campimetría.

El mapa resultante de una campimetría revela zonas “rojas”, que es donde no se visualizan las señales, zonas “verdes”, que es donde se perciben las señales con poca intensidad y una zona “amarilla” que es donde se captan todas las señales emitidas. Si el mapa es totalmente amarillo, tu visión es perfecta. Es importante que la parte central sea amarilla: quiere decir que la mácula no está afectada, y esto es crucial. Cuando la parte central está verde, significa que puede haber una exudación o derrame de líquido en la mácula. Si estuviera roja, podría revelar una hemorragia que impide la visión. De momento, mi afectación no ha tocado la visión central. Tengo afectada la zona periférica de la mácula pero la fóvea ―el centro― permanece sana. ¡Gracias a Dios! Esto me permite leer, escribir, distinguir caras y detalles y centrar la vista, es decir, funcionar con normalidad en el día a día. Pese a las secuelas del trombo puedo llevar una vida normal.

A los pacientes con problemas maculares y de retina es importante que vuestro oftalmólogo os haga una campimetría, que no siempre se hace, para determinar con exactitud la calidad de vuestra visión.

En otras entradas continuaré hablando de otras pruebas, también muy importantes, para qué sirven y cómo se interpretan.