domingo, 13 de septiembre de 2015

Causas ambientales de patologías oculares

La medicina china, como hemos visto, considera la persona como una unidad, integrada y relacionada con su entorno. Por tanto, todo lo que ocurre en el cuerpo y en su exterior puede afectar a una parte del mismo, o a un órgano.

Nuestros ojos están conectados con el resto del cuerpo y también se abren al mundo exterior. Según la medicina china, hay varios factores ambientales que pueden afectar a la salud visual.

·       El calor intenso afecta al órgano corazón y produce inflamación, hinchazón, rojez y trastornos agudos.
·       El frío afecta a los riñones y da lugar a dolor y enfermedades crónicas y degenerativas, de progresión lenta.
·       El viento afecta al hígado, y puede provocar brotes súbitos y dolencias agudas.
·       La humedad debilita el bazo y el páncreas, y da lugar a mucosidades, edema y secreciones, de progresión lenta.
·       El exceso de sequía afecta a los pulmones, y sus consecuencias son la sequedad, picores y rojez.
·       El calor veraniego afecta a todos los órganos y puede producir inflamación con moco.

Cualquiera de estos factores puede afectar a los órganos del cuerpo y provocar una pérdida de visión. En los cambios de estación conviene tener cuidado y fortalecerse para poder afrontar las condiciones climáticas. Tan malo es pasar frío y humedad como sufrir un golpe de calor.

Alerta en verano


El verano es una época delicada para muchas personas, especialmente si son mayores y tienen la salud frágil. Conviene huir del sol en las horas de mediodía, evitar la exposición constante a la luz y al calor, combatir la sed y la deshidratación y evitar el calentamiento de la cabeza y la parte superior del cuerpo. Para ello es bueno cubrirse con gorras o sombreros, buscar la sombra, bañarse, beber agua y lubricar los ojos con colirios humectantes. Las gafas de sol son imprescindibles en horas de máxima radiación solar.

En verano hay otros factores ambientales que pueden afectar a la visión: el cloro de las piscinas es muy irritante, y los aires acondicionados pueden ser perjudiciales.

Otros factores son las luces fluorescentes, trabajar o leer con escasa luz, forzando la vista, y la prolongada exposición a pantallas, de ordenador o de otros dispositivos. Atención porque cada vez hay más personas enganchadas a estos, incluso niños. Fijar la vista mucho tiempo en un espacio pequeño puede provocar daños y disminución de la agudeza visual.

En verano también hay que vigilar con las comidas copiosas. Por costumbre, mucha gente se da atracones cuando viaja o está de vacaciones, pero es justamente cuando hay que comer más ligero. Las frutas y hortalizas del tiempo nos orientan: es la época de comer tomate, pepino, calabacín, gazpachos, frutas frescas como cereza, melocotón, pera, manzana, melón y sandía… Si ya con el calor “la sangre hierve”, con una comida grasa el cuerpo todavía se congestiona más. Se carga el hígado y la circulación se resiente, y esto afecta a los ojos, a corto o a largo plazo.

Los helados tienen trampa, porque aunque son fríos contienen muchísima grasa y azúcares, de manera que en el cuerpo resultan pesados de digerir y muy calóricos. Es mejor evitarlos. Los helados de agua, tipo polo, tampoco convienen porque un exceso de frío en la boca y en el estómago dificulta la digestión y da humedad insana al cuerpo.

La oftalmología occidental quizás no reconozca lo suficiente la influencia de los factores medioambientales en la vista. Pero no olvidemos que nuestros ojos están insertados en un cuerpo, y este cuerpo está en un entorno natural. Todo lo que ocurre afuera, afecta adentro. De la misma manera que un golpe de calor puede provocar un fallo cardíaco a una persona mayor, también puede causar una lesión ocular con pérdida de visión.

Es posible que mi recaída de este verano haya sido producida por el intenso calor que hemos tenido y por no haber tomado quizás medidas suficientes.

En otro capítulo hablaré de otro tipo de causas que pueden llevar a disfunciones visuales.