domingo, 26 de enero de 2014

Tres pigmentos protectores

Las plantas, las algas y algunas bacterias poseen unos pigmentos para que la luz ultravioleta del sol no queme sus tejidos. Los más conocidos son la luteína y la zeaxantina. Estas sustancias, una vez ingeridas, nuestro cuerpo las puede transformar en retinol, también conocido como vitamina A. El retinol es un importante antioxidante y tiene funciones indispensables para el crecimiento y la regeneración de los tejidos. Muchos cosméticos, si os fijáis, llevan retinol.

En el cuerpo humano existe un único lugar donde se encuentran estos pigmentos: la mácula, el centro de la retina. Alrededor de la mácula están las células receptoras de luz; los pigmentos tienen una función protectora para el delicado tejido del ojo.

Por este motivo la investigación apunta hacia el hecho de que la toma de suplementos con luteína y zeaxantina puede proteger la salud ocular y prevenir dos terribles trastornos: las cataratas y la degeneración macular. Aunque faltan estudios científicos que lo corroboren de forma definitiva, ya existen muchos suplementos en el mercado, y muchos consumidores manifiestan una mejoría notable en su vista.

Por mi parte, desde que me propuse mejorar mi salud, tomo regularmente alimentos que llevan estos pigmentos. Son ricos en carotenos las verduras de hoja verde y las hortalizas y frutas de color amarillo intenso y naranja. Así, en mi dieta no faltan zanahorias, naranjas, calabaza, mandarinas, acelgas y espinacas. Además, he incorporado bayas goji y las llamadas bayas doradas, de Chile, unos frutitos de los Andes riquísimos en pro-vitamina A y C.

Pero en ocasiones, es necesario un aporte extra, ya que los vegetales, por su forma de cultivo intensiva y por el empobrecimiento del suelo, no tienen las cantidades de vitaminas y minerales que antiguamente solían tener. Algunos estudios señalan la diferencia entre las hortalizas de hoy y las de hace cincuenta años: quizás han ganado en aspecto, pero han perdido en sabor y calidad nutricional. Por esto se aconseja consumir, siempre que se pueda, verdura y fruta de proximidad y de cultivo orgánico o ecológico. Y reforzar la nutrición con suplementos que lleven estos ingredientes.

Concretamente, lo que estoy tomando ahora es un cocktail de vitaminas y minerales, enfocado a la mejora de todo el cuerpo pero especialmente a la nutrición del ojo. Se llama Eyemax Plus y aquí tenéis la descripción del producto.  Su fórmula contiene 33 vitaminas y minerales y ha sido elaborada por el oftalmólogo Dr. Gary Price Todd. Se basó en esta premisa: «No se puede separar la salud ocular de la salud del cuerpo entero. Lo que ayuda a tener unos ojos más sanos también ayuda a mantener el cuerpo más sano». Este suplemento, además, evita algunos aditivos cuya toma a largo plazo puede tener efectos indeseados, como edulcorantes, colorantes, levaduras, etc.

Recientemente se ha comercializado un tercer pigmento, la astaxantina, también protector de la radiación solar, del que se dice que tiene diez veces más propiedades antioxidantes que otros carotenos.

Finalmente, os recomiendo visitar este blog, de otra persona que también comparte sus conocimientos y experiencias en su lucha contra la degeneración macular.


domingo, 19 de enero de 2014

Limpieza interior

Quizás este título os sugiera algo sobre la espiritualidad o la psicología. Pues en este caso concreto no es así, aunque está muy relacionado, más de lo que creemos. Me refiero a la limpieza interior de nuestro cuerpo. Por lo general, todos somos conscientes de que hemos de mantener la higiene externa: nos duchamos, nos limpiamos los dientes, el pelo, la ropa. Nos perfumamos. Cuidamos la limpieza de nuestras casas y nuestro hábitat. Pero olvidamos a menudo la higiene interna de nuestra primera casa, que es el cuerpo.

Ya he hablado de la importancia de una salud global: si todo el cuerpo mejora, la vista también mejora, y mucho. Ahora bien, ¡cómo nos cuesta mantener esta limpieza interna! El cuerpo ya tiene mecanismos naturales de auto-higiene: todo el sistema excretor, los intestinos, los riñones, las células de la piel, los pulmones… Lo que ocurre es que, a veces, lo sobrecargamos tanto, que creamos una saturación de residuos tóxicos que no se acaban de eliminar y se acumulan, además de agotar las energías del cuerpo.

Todo empieza en el momento en que decidimos qué nos metemos en la boca, cómo lo preparamos y cómo lo ingerimos. Porque la primera norma de la limpieza es no ensuciar, y esto, en términos biológicos, quiere decir no comer cosas que, de entrada, contaminan nuestro cuerpo y nos alimentan poco o nada.

Desde que nuestra civilización se ha industrializado, también la comida se ha convertido en un producto industrial. Ingerimos enormes cantidades de alimento no natural, es decir, procesado, adulterado y privado de sus nutrientes básicos. Además, para su conservación se le añaden muchos aditivos que no alimentan y, a largo plazo, producen efectos secundarios graves en el organismo. Son los azúcares, sales, conservantes artificiales, colorantes, etc. Los médicos y las organizaciones sanitarias ya han comprobado cómo la ingesta de tanta comida artificial genera auténticas pandemias: desde la obesidad hasta dolencias crónicas como la hipertensión, la artritis, problemas cardiovasculares, cánceres, enfermedades neurológicas… Cada vez se están descubriendo más relaciones entre estas patologías y el estilo de vida y alimentación. En países en vías de desarrollo, aunque es cierto que en algunas zonas se pasa hambre, por desgracia, apenas se dan estas dolencias que, en Occidente, adquieren proporciones gigantescas.

¿Qué ocurre con la comida industrial? Que no solo es barata, sino adictiva. Las grasas y los azúcares, con los aromas que les ponen, generan una dependencia terrible, de la cual la mayoría de personas son inconscientes. La dependencia del azúcar y las harinas refinadas puede ser tan grave como la de una droga dura. Y si no, probad a pasar una semana sin pan y sin azúcar. Veréis cómo os cuesta y sentís que “el cuerpo os lo pide”, porque el cerebro ya está condicionado a nutrirse de estas sustancias. Y como proporcionan energía rápida y un bienestar momentáneo, igual que las mejores drogas, parece que las necesitamos. Por otra parte, la publicidad de las casas fabricantes es agresiva y descarada: no deja de insistir en los supuestos beneficios de muchos de estos productos, incluso los destinados a los niños. Detrás de toda esta publicidad solo hay un enorme afán de lucro, no se piensa en la salud de las personas, sino en que se enganchen y sean consumidores de por vida de lácteos, bollería, pizzas, bebidas gaseosas, etc.

El consumo regular de esta comida ―que llena, pero no alimenta― ensucia el cuerpo por dentro y lo va deteriorando. Los azúcares que no quemamos por nuestra vida sedentaria se acumulan en el cuerpo en forma de grasa. La grasa va cubriendo los órganos vitales y circulando por el torrente sanguíneo, donde se deposita en las paredes arteriales o bien puede formar los letales trombos. Cuando la sangre no circula bien limpia y fluida, ¿qué ocurre? Los nutrientes y el oxígeno no llegan bien a las células. Por tanto las células quedan desnutridas, se deterioran y mueren. El medio intercelular, que es donde se produce la alimentación y excreción celular, se llena de sustancias químicamente ácidas. Y este medio ácido contribuye a la degeneración de las células y a la aparición de tumores. Además, es un caldo de cultivo para las bacterias. Finalmente, el cuerpo se enferma y los síntomas aparecen en las zonas u órganos que cada persona tiene más vulnerables.

Muchos pacientes de cáncer han logrado recuperarse limpiando su sangre mediante un cambio radical de dieta. Así lo explica la Dra. Odile en su libro Mis recetas anticáncer, y el Dr. Hiromi Shinya en su libro La enzima prodigiosa. Personalmente, he conocido a varias personas que han pasado estos procesos, incluso desahuciadas por los médicos. Cuando un doctor no te dice que la alimentación es fundamental para tu recuperación, de cualquier enfermedad, está negando una parte importantísima de la salud. Ya sea por ignorancia, por orgullo o por interés.

Para poder limpiarnos por dentro, hay dos cosas básicas: la primera, dejar de ensuciar, es decir, ingerir alimentos sanos, vivos y limpios. La segunda, seguir alguna terapia desintoxicante, como la jugoterapia de la que hablé. Hay otras, como la limpieza de colon, la de hígado, la de riñones, de las que hablaré más adelante. Siempre deben hacerse con supervisión médica.

Y, por último, cuando se limpia el cuerpo por dentro, la idea es mantenerlo. Se trata de un cambio de hábitos definitivo, para toda la vida. Es increíble la cantidad de pequeñas dolencias, trastornos y enfermedades que pueden desaparecer espontáneamente solo consiguiendo una sangre limpia y llevando un estilo de vida sano. Incluso emocionalmente nos ayuda a estar más serenos, más lúcidos y menos ansiosos. Por eso el concepto de limpieza interior física está tan ligado al bienestar emocional y espiritual.

Otro día hablaré con más detalles de los alimentos sanos, vivos y limpios, que alcalinizan el medio corporal, y de cómo ingerirlos. De momento, os invito a ver la presentación Ácido-Alcalino que encontraréis en la columna derecha de este blog. ¡Os dará muchas pistas!

domingo, 5 de enero de 2014

Beber vida

En otras entradas he hablado de la importancia de la alimentación para la vista. Y de cómo cambiar los hábitos alimentarios constituye una auténtica conversión. Cuando se da este cambio, la mejora es sustancial y sorprendente. Nuestro cuerpo está diseñado para vivir sano y responde de inmediato a cualquier cambio positivo en lo que comemos.

Hace unos meses conocí lo que se llama jugoterapia, o terapia con jugos. Se trata de seguir, durante un tiempo prudencial, una dieta a base de zumos vegetales recién hechos. Estas dietas no deben prolongarse más de quince días, según los expertos, pero son muy beneficiosas por los efectos que producen en el cuerpo:

·       Desintoxican de las sustancias acumuladas durante años, que se depositan en los intestinos y en el hígado, y van a parar a la sangre y a las células. Estas toxinas provienen de una alimentación excesiva e inadecuada, con aditivos propios de la comida procesada, químicos procedentes de los cultivos, contaminantes, etc. El estrés también intoxica el cuerpo, pues impide hacer una correcta digestión de los nutrientes. Lo que no se digiere bien no alimenta y contamina la sangre con gases, compuestos que ralentizan el metabolismo celular, etc. La terapia de jugos ayuda a eliminar toda esta suciedad interna acumulada.

·       Alimentan: un jugo natural, de frutas y vegetales, recién exprimido y tomado de inmediato es una bomba vitamínica, de minerales, enzimas, agua orgánica… Como está líquido, pasa muy poco tiempo en el estómago y va directo al intestino delgado. De allí los nutrientes son absorbidos y llegan a la sangre y esta los lleva a las células. Lejos de ser un alimento pobre, los jugos naturales son un super-alimento que puede  paliar muchas carencias nutricionales. No es lo mismo alimentarse que comer. Podemos llenarnos de mucha comida basura, engordar y al mismo tiempo padecer anemia y desnutrición, algo común en no pocos obesos.

·       Regeneran. Al limpiar por un lado y nutrir por otro, los jugos ayudan a regenerar las células y los tejidos del cuerpo. Esto resulta en un mayor bienestar, un mejor funcionamiento y un aspecto lozano de la piel. En pocos días se notan diferencias.

Este verano seguí la jugoterapia con resultados muy buenos. No pasé hambre. Me sentí ágil, muy lúcido mentalmente, sano y despejado. Muchas personas me han preguntado el por qué de mi mejor aspecto. Este es el secreto: jugos naturales y muchas frutas. A ser posible, de cultivo ecológico.

Antes de iniciar una terapia así conviene asesorarse con un terapeuta nutricional y seguir su orientación. Los jugos deben ser abundantes y variados, mejor de frutas y hortalizas del tiempo. Aquí tenéis un ejemplo de lo que se puede tomar al día:
  • Mañana: jugo con apio, limón y frutas del tiempo, las que se quieran. Si se le añade piña, melocotón, uva, pera, fresas u otras dulces, queda delicioso.
  • Mediodía: jugo tipo gazpacho, con hortalizas y verduras de hoja verde, que no falten (tomate, cebolla, lechuga, ajo, pimiento, zanahoria, apio, etc.)
  • Tarde-noche: jugos dulces con frutas variadas.

Podéis pensar que estas mezclas son un poco extrañas. No se recomiendan en comida sólida, pero el jugo, como se le ha extraído la fibra, admite combinaciones muy originales y sabrosas. Por ejemplo, a mí me gusta poner siempre apio a los jugos, por su poder alcalinizante, y a menudo limón. A partir de aquí, añado lo que tenga a mano, y lo que sea del tiempo. ¡Creatividad! Por internet encontraréis mucha información y recetas riquísimas.

Explicación de la jugoterapia:
Jugos curativos:

Tengo que añadir que algunos médicos, como el Doctor Gerson, creador de la terapia Gerson, se basan en la jugoterapia para tratar cánceres y otras enfermedades de difícil curación, con mucho éxito.

Se aconseja hacer esta cura dos veces al año, en primavera y en otoño, que son las épocas de cambio de tiempo, cuando el cuerpo necesita limpieza y mantenimiento para afrontar la siguiente estación. En mi caso, después de los 15 días de jugo he continuado haciéndome zumos regularmente, solo por las mañanas y a días alternos.

Es verdad que supone una inversión: en frutas buenas y en una juguera. Las licuadoras comerciales no pueden extraer jugo con la misma calidad que una juguera de baja velocidad, que funciona como una prensa, sin cortar a cuchilla los vegetales y sin oxidarlos. Los jugos obtenidos así son mucho más densos y nutritivos. Basta comparar la textura, el sabor y el color entre unos y otros. 

Si alguien está interesado, tengo unos amigos en Besalú, cuya empresa vende estas máquinas y las envía a domicilio. Además, ellos comercializan alimentos orgánicos de gran calidad. Este es el enlace:  http://www.mundoarcoiris.com/

Finalmente, me diréis, ¿esto qué tiene que ver con la vista? Mucho. Los nutrientes frescos llegan directos a los capilares sanguíneos y a las células del ojo. Y ya comenté en otra entrada que el ojo necesita 20 veces más oxígeno que el cerebro y muchos nutrientes contenidos en las frutas: vitaminas y minerales. Personalmente, he notado una mejora desde el verano hasta ahora. Lo más llamativo: claridad en la visión y mayor intensidad en la percepción de los colores. A todos, incluso a los que estéis bien, como medida preventiva y para dar un salto cualitativo a vuestra salud, os animo a que lo probéis.