Quizás este título os sugiera algo sobre la espiritualidad o
la psicología. Pues en este caso concreto no es así, aunque está muy
relacionado, más de lo que creemos. Me refiero a la limpieza interior de
nuestro cuerpo. Por lo general, todos somos conscientes de que hemos de
mantener la higiene externa: nos duchamos, nos limpiamos los dientes, el pelo,
la ropa. Nos perfumamos. Cuidamos la limpieza de nuestras casas y nuestro
hábitat. Pero olvidamos a menudo la higiene interna de nuestra primera casa,
que es el cuerpo.
Ya he hablado de la importancia de una salud global: si todo
el cuerpo mejora, la vista también mejora, y mucho. Ahora bien, ¡cómo nos
cuesta mantener esta limpieza interna! El cuerpo ya tiene mecanismos naturales
de auto-higiene: todo el sistema excretor, los intestinos, los riñones, las
células de la piel, los pulmones… Lo que ocurre es que, a veces, lo
sobrecargamos tanto, que creamos una saturación de residuos tóxicos que no se
acaban de eliminar y se acumulan, además de agotar las energías del cuerpo.
Todo empieza en el momento en que decidimos qué nos metemos
en la boca, cómo lo preparamos y cómo lo ingerimos. Porque la primera norma de
la limpieza es no ensuciar, y esto, en términos biológicos, quiere decir no
comer cosas que, de entrada, contaminan nuestro cuerpo y nos alimentan poco o
nada.
Desde que nuestra civilización se ha industrializado,
también la comida se ha convertido en un producto industrial. Ingerimos enormes
cantidades de alimento no natural, es decir, procesado, adulterado y privado de
sus nutrientes básicos. Además, para su conservación se le añaden muchos
aditivos que no alimentan y, a largo plazo, producen efectos secundarios graves
en el organismo. Son los azúcares, sales, conservantes artificiales,
colorantes, etc. Los médicos y las organizaciones sanitarias ya han comprobado
cómo la ingesta de tanta comida artificial genera auténticas pandemias: desde
la obesidad hasta dolencias crónicas como la hipertensión, la artritis,
problemas cardiovasculares, cánceres, enfermedades neurológicas… Cada vez se
están descubriendo más relaciones entre estas patologías y el estilo de vida y
alimentación. En países en vías de desarrollo, aunque es cierto
que en algunas zonas se pasa hambre, por desgracia, apenas se dan estas
dolencias que, en Occidente, adquieren proporciones gigantescas.
¿Qué ocurre con la comida industrial? Que no solo es barata,
sino adictiva. Las grasas y los azúcares, con los aromas que les ponen, generan
una dependencia terrible, de la cual la mayoría de personas son inconscientes.
La dependencia del azúcar y las harinas refinadas puede ser tan grave como la
de una droga dura. Y si no, probad a pasar una semana sin pan y sin azúcar.
Veréis cómo os cuesta y sentís que “el cuerpo os lo pide”, porque el cerebro ya
está condicionado a nutrirse de estas sustancias. Y como proporcionan energía
rápida y un bienestar momentáneo, igual que las mejores drogas, parece que las
necesitamos. Por otra parte, la publicidad de las casas fabricantes es agresiva
y descarada: no deja de insistir en los supuestos beneficios de muchos de estos
productos, incluso los destinados a los niños. Detrás de toda esta publicidad
solo hay un enorme afán de lucro, no se piensa en la salud de las personas,
sino en que se enganchen y sean consumidores de por vida de lácteos, bollería,
pizzas, bebidas gaseosas, etc.
El consumo regular de esta comida ―que llena, pero no alimenta― ensucia el cuerpo por dentro y lo va deteriorando. Los
azúcares que no quemamos por nuestra vida sedentaria se acumulan en el cuerpo en
forma de grasa. La grasa va cubriendo los órganos vitales y circulando por el
torrente sanguíneo, donde se deposita en las paredes arteriales o bien puede
formar los letales trombos. Cuando la sangre no circula bien limpia y fluida,
¿qué ocurre? Los nutrientes y el oxígeno no llegan bien a las células. Por
tanto las células quedan desnutridas, se deterioran y mueren. El medio
intercelular, que es donde se produce la alimentación y excreción celular, se
llena de sustancias químicamente ácidas. Y este medio ácido contribuye a la
degeneración de las células y a la aparición de tumores. Además, es un caldo de
cultivo para las bacterias. Finalmente, el cuerpo se enferma y los síntomas
aparecen en las zonas u órganos que cada persona tiene más vulnerables.
Muchos pacientes de cáncer han logrado recuperarse limpiando
su sangre mediante un cambio radical de dieta. Así lo explica la Dra. Odile en
su libro Mis recetas anticáncer, y el
Dr. Hiromi Shinya en su libro La enzima
prodigiosa. Personalmente, he conocido a varias personas que han pasado
estos procesos, incluso desahuciadas por los médicos. Cuando un doctor no te
dice que la alimentación es fundamental para tu recuperación, de cualquier
enfermedad, está negando una parte importantísima de la salud. Ya sea por
ignorancia, por orgullo o por interés.
Para poder limpiarnos por dentro, hay dos cosas básicas: la
primera, dejar de ensuciar, es decir, ingerir alimentos sanos, vivos y limpios.
La segunda, seguir alguna terapia desintoxicante, como la jugoterapia de la que
hablé. Hay otras, como la limpieza de colon, la de hígado, la de riñones, de
las que hablaré más adelante. Siempre deben hacerse con supervisión médica.
Y, por último, cuando se limpia el cuerpo por dentro, la
idea es mantenerlo. Se trata de un cambio de hábitos definitivo, para toda la
vida. Es increíble la cantidad de pequeñas dolencias, trastornos y enfermedades
que pueden desaparecer espontáneamente solo consiguiendo una sangre limpia y
llevando un estilo de vida sano. Incluso emocionalmente nos ayuda a estar más
serenos, más lúcidos y menos ansiosos. Por eso el concepto de limpieza interior
física está tan ligado al bienestar emocional y espiritual.
Hola Joaquín,
ResponderEliminarNo se si conoces a esta señora.Es muy interesante lo que explica sobre las propiedades del magnesio.
http://anamarialajusticia.es/la-contra-de-la-vanguardia-por-victor-m-amela
Un abrazo.
Ana M.
Hola Joaquin,
ResponderEliminarte has olvidado comentar la limpieza de los pensamientos y las emociones, que también pueden ser muy toxicos para la salud. Si nos duchamos cada día para limpiar el cuerpo y cuidamos la salud para mantener el cuerpo purificado también debiamos limpiar los restos de malos pensamientos, rencores y emociones negativos que arrastramos.
Saludos, Lucia