domingo, 27 de octubre de 2013

Comer bien para ver mejor

A través de una persona amiga di con este libro del Dr. Raúl Flint, naturópata referente en el campo de la nutrición y la salud ocular. Lo compré por Internet y poco a poco lo fui leyendo. Fue revelador, pues me confirmó la importancia de la dieta y cómo esta afecta a la visión.

Entre otros descubrimientos de este libro, aprendí que los azúcares refinados son letales para la vista. No es casualidad que muchos diabéticos terminen con problemas de visión, pues el metabolismo de los azúcares daña gravemente el sistema visual. Literalmente, una cucharada de azúcar es un puñetazo en el ojo. Por eso es recomendable abandonar los alimentos refinados: dulces, bollería, harinas blancas y derivados, y optar por los carbohidratos complejos de absorción lenta: las frutas, verduras, legumbres y cereales siempre integrales. Especialmente buena para la vista es la cebada, que en cocido, como arroz, con verduras, queda riquísima.

Otros productos que el doctor Flint señala como perjudiciales son los lácteos y las grasas saturadas presentes en la mayoría de alimentos procesados.

El libro también explica la importancia de la gimnasia ocular, y describe una serie de ejercicios sencillos que ayudan a agilizar la musculatura que mueve los ojos, a relajarlos y a incrementar la agudeza visual. Muchas personas se han beneficiado del llamado método Bates, o de Visión Natural, que se basa en estos ejercicios. Entre ellas, el famoso escritor Aldous Huxley, que apenas tenía un 15 % de visión y llegó a dejar las gafas. En su libro, El arte de ver, describió su proceso de recuperación.

Recomiendo este libro a toda persona interesada por su salud global. En él se habla de nutrición, de salud ocular, de gimnasia visual, de la relación entre los problemas oculares más frecuentes y las emociones. Es muy ameno y práctico. Incluye una tabla de ejercicios para los ojos y un recetario sano y sabroso.

Página web del Doctor Flint: http://www.drflint.com.ar/
Enlace al libro Comer bien para ver mejor.

domingo, 20 de octubre de 2013

¡Alerta con el estrés!

Sabemos que, a menudo, las causas de las enfermedades no son únicamente físicas, orgánicas o debidas a accidentes. El estrés juega un papel importante en no pocos trastornos. En mi caso, ya expliqué que, por temperamento y por mi vocación, siempre he tendido a ser hiperactivo. Llegó un momento en el que soportaba un gran estrés sin ser consciente de ello. Vivir estresado se había convertido en algo natural para mí. Hasta tal punto el estrés puede ser adictivo.

Cuando tuve el accidente vascular todos los doctores que me visitaron coincidieron en señalar que un factor decisivo había sido el estrés. Uno de ellos, concretamente, me dijo que el estrés, en los varones, afecta muy especialmente a la retina.

De manera que no solo tuve que aprender a comer, respirar, hacer ejercicio y descansar. Tuve que afrontar el estrés y aprender a delegar más. Esto, para quien está acostumbrado a dirigir personas y tiene un puesto de responsabilidad, cuesta tanto como cambiar de hábitos alimentarios. Es necesario hacerse una reflexión muy profunda, conocer nuestros límites, no creernos mesías ni Superman. En el fondo, se trata de descubrir que detrás de tanta actividad puede haber un orgullo o una vanidad escondida, o quizás un deseo de huir del vacío. Cuando te detienes y te contemplas a ti mismo, con paz, con humildad, te ves cómo eres, cuáles son tus límites y también tus capacidades.

Poco a poco he aprendido a ser dueño del tiempo y de la propia realidad, a aflojar y apearme de la hiper-responsabilidad. A veces hay que desengancharse, de la gente, del ritmo acelerado, de los compromisos, del querer llegar a todo… Menos es más. Ante Dios, lo que importa es el amor con que haces las cosas, no cuántas cosas haces, ni cuántos méritos te reconocen. Y, a veces, lo más sabio es no actuar, o cambiar de dirección y hacer las cosas de otra manera.


El ser humano busca la armonía y la felicidad. Cuando se olvida de esto, siempre querrá hacer más, siempre le faltará tiempo y las 24 horas del día no le bastarán. Para llegar a plantearse esto es necesaria mucha humildad y vida interior. Tiempo de silencio. Tiempo para rezar. 

miércoles, 16 de octubre de 2013

El poder del pensamiento

Cuando oímos expresiones como “el poder de la mente” o “la fuerza del pensamiento” podemos pensar que se trata de algo esotérico, vinculado a alguna corriente de espiritualidad alternativa, un poder sugestivo, una forma de manipulación o una teoría poco rigurosa científicamente.

Siempre he sido reticente a las terapias que se basan en la alteración de la consciencia. No digo que no haya una base real en estos tratamientos, y me consta que hay terapeutas serios y responsables. Pero también soy consciente de que en este campo se puede dar mucha manipulación, especialmente con personas vulnerables o frágiles, en momentos de crisis, y a menudo se ocultan enormes negocios que se nutren de la debilidad psíquica de las personas.

Pero hoy voy a hablaros de una persona extraordinaria que me hizo descubrir la importancia del pensamiento y la voluntad en todo proceso curativo y de crecimiento. Se trata del doctor Ángel Escudero (ver en la foto). Es médico cirujano, por tanto, viene de la ciencia pura y dura. En sus charlas y exposiciones es pedagógico, racional y clarísimo. Aboga porque las personas aprendamos a utilizar nuestro propio potencial: la mente, los pensamientos positivos, como instrumentos para mejorar nuestra vida.

El doctor Escudero propone dos métodos muy sencillos: aprender a relajarse, con ciertas técnicas muy elementales y al alcance de todo el mundo, y aprender a emplear de manera positiva y creativa nuestro pensamiento. Recomiendo visitar su web y descargar sus libros y charlas. Puede sorprenderos por la claridad con que expone el tema y la base científica de sus planteos. La “noesiterapia” o curación por el pensamiento, que él propone, puede aplicarse tanto a la salud como a cualquier ámbito de la vida. Es asombroso ver los vídeos de sus operaciones sin anestesia, y una maravilla ver los partos sin dolor a los que ha asistido. Actualmente hay muchos médicos de diferentes ramas, terapeutas, enfermeros y comadronas que están siguiendo sus enseñanzas y aplicándolas. Especialmente los que tienen que tratar con pacientes que sufren dolor.

Esta es su página web: http://escudero.com/

Una señora amiga me llevó a una charla y posteriormente tuve la ocasión de conocer y saludar al doctor Escudero. Fui a visitarlo a su casa en Valencia, donde me acogieron con exquisita amabilidad, tanto él como su esposa María José. Mantuvimos una larga charla y me enseñó cómo relajarme, cómo respirar y generar pensamiento positivo proyectándolo sobre mi ojo para potenciar su regeneración.

A día de hoy puedo decir que esta ayuda me ha dado un apoyo importantísimo en el proceso de recuperación. Estoy convencido de que la mente y la fuerza interior han sido cruciales para no caer en el desánimo y salir de los veredictos fatalistas: “no hay nada más que hacer”, “ya puedes conformarte con la visión que tienes”, “agradece por no ir a peor”.  

Durante los meses que estuve aplicando activamente los principios del doctor Escudero tuve un largo intervalo de mejoría visual sin tener que volverme poner la inyección de Lucentis. De hecho, pasé más de un año de “tregua”, lo que permitió que mi visión mejorase y el tejido ocular se fuera regenerando.

El doctor Escudero ha ayudado a muchos pacientes, incluso invidentes, a mejorar de manera sustancial su visión. Hoy somos buenos amigos y nos vamos escribiendo y siguiendo mutuamente.

domingo, 13 de octubre de 2013

Buscando alternativas: el oxígeno

El hecho de tener que pincharme en el ojo cada pocos meses me llevó a seguir buscando formas de mejorar mi salud integral con terapias complementarias, siempre aconsejado por terapeutas o doctores amigos.

Todos sabemos que nuestro cuerpo necesita oxígeno para poder generar energía. Tomamos oxígeno por los pulmones, por la piel y por el agua y los alimentos que ingerimos. El oxígeno se transporta por la sangre y mantiene en buen funcionamiento los tejidos y, por tanto, los órganos. Una falta de oxigenación provoca un envejecimiento de los tejidos, lo que se llama “estrés oxidativo”, y un deterioro progresivo del organismo. En mi caso, el trombo ocular provocó que una zona del ojo quedara poco oxigenada o “isquémica”.

Si el cuerpo necesita oxígeno, el cerebro necesita cuatro veces más que el resto del organismo. Pero los ojos, ¡necesitan veinte veces más oxígeno! Por tanto, una buena oxigenación es vital para mantener la visión.

Una forma de oxigenar es hacer deporte, sobre todo de tipo aeróbico, que te haga sudar. Correr, caminar a paso ligero o la bicicleta son buenas opciones. El movimiento de la sangre y la necesidad de respirar con más intensidad favorece la toma y la circulación de oxígeno.

Otra buena práctica es la respiración consciente. Hay varias técnicas, pero lo esencial en todas ellas es:
  • Practicar respiraciones profundas de 10 a 15 minutos cada día.
  • Inspirar y espirar siempre por la nariz.
  • Seguir un ritmo. Contar hasta seis inspirando, retener el aire en tres y soltar suavemente contando hasta nueve.
  • Vaciar completamente los pulmones al espirar y aguantar un segundo o dos antes de volver a inspirar.
  • Respirar con el abdomen: no debe hincharse el pecho, sino el vientre, sintiendo cómo el aire entra hasta el último rincón de los pulmones.
  • Todo esto, sin forzar ni tensar, en postura erguida, de pie o sentados con la espalda recta y las manos sobre los muslos. También se puede hacer tumbado boca arriba sobre una colchoneta, de manera que el cuerpo esté relajado.
  • Lo ideal es practicar las respiraciones en un lugar donde el aire esté lo más puro posible. En las ciudades, podemos buscar jardines, ir a la playa, una montañita… Y también mirar las horas en que hay menos tránsito y contaminación.

Hay alimentos que aportan oxígeno, los llamados “antioxidantes”. En especial, los cítricos y las frutas rojas y naranjas: granada, uva, mirtillo y frutas del bosque, ciruelas, kiwi. Las bayas goji son un super-alimento con un alto poder antioxidante. De las hortalizas, son buenos el ajo y la cebolla, las verduras de hoja verde, la zanahoria, la remolacha, la calabaza, el tomate. El aguacate y los frutos secos contienen mucha vitamina E, la grasa antioxidante por excelencia. Pero el antioxidante más potente es el cacao. Ojo, no el chocolate adulterado con leche, azúcares y grasas añadidos. Mejor comprarlo natural, sin azúcar y mínimo que contenga 70 % cacao.

Aunque tengamos buenos hábitos, pueden darse situaciones de carencia o de necesidad especial de oxígeno, sobre todo entre las personas que vivimos en ambientes contaminados. Además, las frutas y verduras no ecológicas, cultivadas con fertilizantes y en terrenos empobrecidos, no siempre proporcionan todos los nutrientes que deberían. Por eso puede ser necesario ayudar con algún aporte extra de oxígeno. En este sentido, conocí unos productos que, tomados en gotas y jarabe, aumentan el oxígeno en sangre. Los tomé durante una temporada y sentí mejoras y un mayor bienestar general.

Además, en casos especiales de gente con problemas respiratorios o que sufra isquemias puede ser interesante contemplar alguna de estas terapias, siempre previa consulta médica:

domingo, 6 de octubre de 2013

Nuevas opiniones médicas

Como ya hice después de la trombosis, después de sufrir este edema macular decidí buscar otras opiniones médicas sobre el tratamiento con Lucentis. Algunos amigos me pusieron en contacto con diversos centros y oftalmólogos. Así que durante los meses siguientes hice tres visitas: al Institut Català de la Retina, al IMO y al Doctor Jordi Monés (que visita en la clínica Teknon).  

Me quedé bastante tranquilo: todos los doctores coincidieron en que el tratamiento que estaba siguiendo en la clínica Barraquer era el adecuado, siguiendo el protocolo para casos como el mío. El doctor Monés insinuó que quizás podía incorporarse algún corticoide a las inyecciones, para bajar la inflamación, aunque también existía el riesgo de que esto aumentara la presión ocular. Debo decir que este doctor está participando en investigaciones punteras, a nivel mundial, buscando nuevos tratamientos más eficaces para la degeneración macular y las retinopatías. Me comentó que es posible que en los próximos años surja una alternativa al Lucentis y al Avastine, mucho más potente, pero todo está en fase experimental y pasará un tiempo antes de que se aprueben los nuevos fármacos.

Ahora explicaré un poco más en detalle en qué consiste mi patología. En el dibujo se ve una retinopatía diabética, parecida a la que sufro, aunque de origen distinto. Técnicamente, es un edema macular, producido por el trombo que me ocluyó unos capilares sanguíneos. Aunque el trombo fue sellado con láser, dejó una secuela, que es esta zona inflamada ―el edema― en la retina. Por diferentes causas, el edema genera nuevos vasos sanguíneos para irrigar y oxigenar la zona del ojo. Pero estos vasos son frágiles y se rompen y exudan con frecuencia. Cuando esto sucede, se pierde visión y hay que pinchar de inmediato para sella la fuga de fluidos. Los vasos sangrantes se inactivan y la mejora viene al cabo de pocos días. El efecto puede durar como mínimo dos meses. Si el medio es favorable, hasta más de un año. Todo depende de la salud global del cuerpo y de las emociones. Una hipertensión, un disgustos, un colesterol alto, el excesivo estrés, todo puede provocar una nueva hemorragia.

De todos modos, muchos retinólogos opinan que muchas inyecciones pueden ser contraproducentes y llegar a dañar la mácula, que es el punto de visión central de la retina. Además, yo fui notando, con el tiempo, que iba perdiendo la viveza en la percepción de los colores. La mácula se ensancha y se pierde definición.


Paralelamente, continué mejorando mi nutrición. Una doctora amiga me aconsejó ciertos complementos para aumentar la oxigenación de la sangre. De esto hablaré más extensamente el próximo día. No valoramos lo suficiente la importancia del oxígeno en nuestro cuerpo, ¡pero muy especialmente en el ojo!

jueves, 3 de octubre de 2013

Buscando alternativas - 1

Desde noviembre 2008 hasta junio 2009 me tuvieron que pinchar en el ojo cinco veces, cada dos o tres meses. Imaginaos la situación. Me fui acostumbrando al quirófano y a la fuerte impresión, pero no acababa de ver una salida. La doctora Viver me decía que era un paciente ejemplar, pues a la menor señal de distorsión ya acudía a consulta y esta inmediatez era buena para poner remedio en seguida y evitar daños mayores. “Eres un paciente muy consciente y sensible”, me decía, dándome ánimos.

De todos modos, no me quise resignar. Notaba que el ojo se resentía con tanta inyección. Económicamente era demasiado costoso. Así que hablando con amigos, doctores y terapeutas, busqué la forma de hacer algo más por mi visión, para intentar evitar las hemorragias internas del ojo.

Una de las cosas que he aprendido es que todo problema localizado en un órgano es síntoma de un estado general del organismo. Ya he comentado mi estrés, sobrepeso, hipertensión… Aunque lo iba controlando y estaba mucho mejor, aún tenía que abordar más en profundidad mi salud global.

Visitando a la herbolaria María Crespo, experta en herboristería y medicina orto-molecular, supe de la relación entre el ojo y el sistema digestivo, concretamente, el hígado. Un hígado inflamado por los malos hábitos alimenticios propicia una sangre no limpia, problemas circulatorios y también en la visión. Con ella seguí un tratamiento con hierbas hepáticas, encaminadas a desintoxicar el hígado y la sangre, y a fortificar las paredes arteriales, algo fundamental para evitar hemorragias internas de los capilares.

Otra terapia que probé fue la que ofrece María Contreras, que utiliza aparatos que generan ondas y calor. Durante varias sesiones me aplicó sus máquinas a la zona del ojo, cuello y espalda para reactivar la circulación periférica.

¿La eficacia de estas terapias? Creo que mejoré, aunque el tema del sangrado ocular no se resolvió como hubiera deseado. Pero estaba poniendo las bases de una nueva forma de alimentarme y de entender la salud. También comencé a regenerar, poco a poco, todo mi cuerpo, y esto siempre es importante. Aunque de entrada no combatió el síntoma, mejoró el estado general ―circulación, situación anímica, sistema digestivo― y esto ha tenido un efecto beneficioso a largo plazo.

En resumen, aprendí a ser un paciente no pasivo, sino activo. Cogí las riendas, me hice responsable de mi vida y de mi salud y aprendí que los médicos son un apoyo, no infalible ni definitivo, pero que todo depende de ti. Por eso siempre hay que seguir buscando opciones. En la próxima entrada explicaré otras que han ampliado mi visión de la salud y de la fuerza vital que todos llevamos dentro. Nuestro cuerpo está diseñado para estar bien y para curarse.