¡Es el cerebro el que ve, no los ojos!
Los ojos no ven, es el cerebro el que ve. Los ojos son los
órganos que recogen la información visual para el cerebro, de la misma manera
que nuestras manos recogen información táctil que luego el cerebro interpreta.
La mano y el ojo son inútiles sin sus conexiones con el cerebro.
Saber que el circuito completo, no solo los ojos, es
responsable de nuestra visión, nos permitirá comprender mejor cómo funciona
nuestro sistema visual.
Embriología del ojo
Tres semanas después de la concepción se empieza a formar el
ojo. Después de siete semanas, el feto ya posee el globo ocular completo con
sus diferentes capas de tejido cerebral. El ojo es una parte del cerebro ―en
realidad, podríamos decir que es la única parte visible del cerebro desde el
exterior―. Siete meses después de la concepción los párpados se abren dentro de
la matriz. Los ojos continúan creciendo y cambiando mientras el bebé está en el
útero y seguirán haciéndolo, de manera muy sutil, a lo largo de nuestras vidas.
El exterior del ojo
Las áreas auxiliares del ojo son la conjuntiva, o capa entre
la córnea y el párpado. Las pestañas se conectan con los párpados. Las
glándulas lacrimales producen fluido lacrimal segregado por los conductos
lacrimales.
El globo ocular
Está envuelto en una capa, la esclerótica, que es la parte
blanca que vemos parcialmente desde el exterior. Hay músculos externos
conectados con ella que mueven el ojo de un lado a otro y de arriba abajo. El
ojo descansa en un fluido graso que lo protege y facilita los movimientos.
En la región anterior del ojo, de afuera adentro,
encontramos las tres capas de la córnea, el humor acuoso, la pupila ―agujero en
medio del iris―, el iris ―la parte coloreada del ojo―. Dentro del iris
encontramos la lente o cristalino, conectada por medio de diminutas fibras al
cuerpo ciliar. La lente se mueve y cambia de forma en conexión con estas fibras
musculares.
La región interna del ojo consiste en el humor vítreo ―el
fluido transparente que llena el globo ocular―, la retina y la capa coroides, que
la rodea.
Cuando la luz incide en nuestros ojos atraviesa muchas
estructuras delicadas y fluidos. La primera es la córnea, después el humor
acuoso, la pupila, la lente y todo el humor vítreo del globo, hasta llegar a la
retina, donde se ubican la mácula y la fóvea central, que está situada en la
parte posterior de la retina.
La retina
La retina, la parte interior del ojo, consiste en múltiples
capas de foto receptores, llamados conos y bastones. Hay unos 137 millones de
foto receptores en la retina, 130 millones de bastones y unos 7 millones de
conos ―la proporción es de 95 a 5―. Estos foto receptores son estimulados por
la luz. Están conectados al cerebro y cuando son activados transmiten la
información lumínica al cerebro visual. Los foto receptores están concentrados
en la fóvea central y en la mácula que la rodea; esta es el área responsable de
la visión central. Los bastones solo se encuentran en el área periférica de la
retina, en el borde de la mácula, siguiendo la llamada ora serrata, o borde serrado.
La visión posee cinco características: profundidad, color,
movimiento, luz-oscuridad y forma, y todas ellas son procesadas en el córtex
visual. Los conos son responsables de la resolución, la vista enfocada y la
percepción del color. Los bastones son responsables de la visión nocturna y
periférica.
Para que os hagáis una idea de lo sofisticado que es este
sistema, los científicos todavía son incapaces de trasplantar la retina de un
donante a un paciente. Se pueden trasplantar corazones, hígados, pulmones y
riñones, incluso córneas. Pero conectar la retina con el cableado cerebral es algo
que todavía no ha podido realizarse debido a la enorme cantidad de circuitos
neuronales implicados.
Envolviendo la retina encontramos la capa coroides, que le
aporta riego sanguíneo. La sangre fluye por la capa coroides hacia el cuerpo
ciliar, responsable de la producción del humor acuoso.
Ya conocemos un poco mejor la anatomía de nuestro sistema
visual. En una próxima entrada hablaremos de su funcionamiento y su conexión
con el cerebro.
Fuente: Eyebody, libro de Peter Grunwald.