domingo, 29 de octubre de 2017

Un año después: respirar

Respirar es vital para oxigenar nuestro cuerpo y para que todos nuestros órganos funcionen correctamente. Nuestras células no sólo se alimentan de nutrientes, sino, sobre todo, de oxígeno. Y el oxígeno viene por la sangre. Una sangre limpia y fluida aportará mucho más oxígeno a nuestros tejidos y células, incluido al ojo. Recordad que la necesidad de oxígeno del ojo es 25 veces mayor que la de otras partes del cuerpo.

Todos respiramos de forma natural. Pero a menudo nuestra respiración es muy superficial. Necesitamos aprender a respirar para oxigenarnos bien. El ejercicio físico nos ayuda: mientras corres o caminas a paso ligero el cuerpo ya adquiere un ritmo y pide que respiremos a fondo. Pero también se pueden hacer ejercicios respiratorios en reposo. Se trata de aprender a inspirar, llenando los pulmones, y algo muy importante, vaciarlos bien. Es fácil llenar el tórax de aire, pero no estamos tan habituados a exhalar a fondo, y eso es tan o más importante que inspirar.

Los terapeutas expertos en respiración aconsejan contar los tiempos: por ejemplo, tres segundos para inspirar y seis para espirar. Siempre el doble para espirar. También se puede hacer una pausa de dos segundos, antes y después de exhalar el aire. Este tipo de respiración es muy energizante y oxigena a fondo nuestro cuerpo.

Además de correr y caminar, cada día intento hacer unas cuantas respiraciones profundas. Salgo al patio, por la mañana temprano o al anochecer, y allí, entre los árboles, respiro hondo y me lleno de paz.

domingo, 22 de octubre de 2017

Un año después: ejercicio físico y ocular

El segundo punto clave para mi salud ha sido el ejercicio. Por un lado, ejercicio físico para mover todo el cuerpo y potenciar la circulación y la oxigenación. Por otro, ejercicios oculares para mejorar mis capacidades visuales en la medida de lo posible.

Me he acostumbrado a correr cada mañana, unos 15-20 minutos. No es mucho, pero la constancia cuenta. No fallo ningún día. Así logro sudar y hacer circular la sangre, dando un balón de oxígeno a mis células. Leí en un libro sobre la salud cerebral que cuando se hace un ejercicio intenso, durante un breve tiempo, el cuerpo libera una sustancia llamada óxido nítrico, que tiene un efecto muy beneficioso, vasodilatador y potenciador de los neurotransmisores.  Aparte de oxigenar, el ejercicio da energía y potencia todas las funciones vitales.

Además, camino mucho, no menos de una hora diaria, a veces dos o más. Algunos días llevo un podómetro para contar mis pasos. Dicen que lo ideal es caminar 10 000 pasos al día, como mínimo. Muchos días sobrepaso esta cifra y llego hasta doce mil. Procuro ir andando a todos los sitios, salvo que estén muy lejos. Los médicos explican que, con cada paso que damos, la presión en el talón bombea la sangre de retorno por las venas de las piernas: ¡más oxígeno y vitalidad!

Los ejercicios oculares los he explicado en varias entradas de este blog. Sé que no van a resolver mi problema, no me van a “borrar” las cicatrices del láser ni la zona dañada por el trombo ocular, pero sí me ayudan a ver mejor. Son una micro-gimnasia muy localizada, porque activan y flexibilizan los músculos que rodean el ojo. Cuando una persona ve disminuida su visión por un daño físico puede aumentar su capacidad visual mediante estos ejercicios. De ahí que, aunque los análisis y las pruebas señalen que mi visión debería ser de un 30 %, en realidad mi percepción corresponde a una visión de un 80 %. Esto no se puede detectar con los aparatos, pero sí con pruebas funcionales. Veo más de lo que mis órganos visuales podrían revelar, porque he aprendido a mirar y a utilizar mis recursos. La gimnasia ocular puede ayudarnos mucho.

domingo, 8 de octubre de 2017

Prevención del glaucoma con láser

En mis últimas visitas al oftalmólogo me manifestó su preocupación por la elevada presión ocular de mis ojos, especialmente el ojo izquierdo. Una hipertensión ocular prolongada en el tiempo, como ya sabéis, puede dañar el nervio óptico y producir glaucoma.

Durante varios meses he seguido una terapia con gotas para bajar la presión intraocular. Es el remedio más habitual prescrito por los médicos cuando el problema no es grave. Pero durante todo este tiempo he tenido la sensación de que mi cuerpo no aceptaba bien las gotas. Tuve que ajustar la dosis y combinar dos tipos de fármaco para evitar irritaciones y sequedad de ojo, y aún y así algunos días, después de ponerme la gota, notaba la visión ligeramente borrosa. Son efectos típicos de estos medicamentos, que nunca son inocuos.

Finalmente, el doctor me dijo que dejara las gotas, pues me estaban causando demasiada toxicidad en el ojo. Y me propuso solucionar el tema con una pequeña intervención láser. La intervención se llama trabeculoplastia selectiva, y consiste en exponer a láser la malla trabecular, un sistema de minúsculos canalillos de drenaje del globo ocular. Con una exposición mínima, durante milésimas de segundo, las células no se queman, sino que simplemente se ven activadas por el calor. La reacción estimula las células, favoreciendo la evacuación del humor acuoso del ojo, y evitando el exceso de presión.

La trabeculoplastia láser selectiva es una alternativa para prevenir ciertos tipos de glaucoma o tratarlo en pacientes que no toleran bien los fármacos en forma de gotas. Esta técnica es bastante reciente, es muy sencilla, segura, y está dando muy buenos resultados.

Me sometí a la terapia láser hace unos diez días. Todo fue rapidísimo e indoloro. Lo más molesto (perfectamente soportable) son las gotas preparatorias y el momento en que el médico debe inmovilizarte el ojo con un tubo. Pero me trató con la delicadeza y la profesionalidad de siempre, de modo que salí y pude hacer vida completamente normal el mismo día.

Una semana más tarde he vuelto a medirme la presión ocular. Bajé de 30 a 21. Estoy en valores totalmente normales y con una mejora en la visión: el médico dice que es excelente y que he respondido muy bien al tratamiento. Con esta intervención me ahorraré las gotas y sus efectos adversos. La mejora conseguida puede durar varios años. ¡Mi ojo puede seguir recuperando la visión, evitando un riesgo importante!