Una de las pruebas que siempre me hace mi oftalmólogo, el doctor
Vivar, es una campimetría
visual. No todos los oftalmólogos la hacen en pacientes que tienen mi
problemática. Normalmente la campimetría se utiliza para determinar el avance
de algunas patologías, como el glaucoma.
¿Qué es la campimetría? Es un test para evaluar dos cosas:
tu agudeza visual y tu campo de visión, es decir, la amplitud espacial que
puedes abarcar con tu vista. Esta prueba es muy reveladora porque ayuda al
médico a determinar exactamente cómo ves, independientemente de los resultados
que den otras pruebas. También le sirve para detectar posibles lesiones en algún
segmento del ojo.
¿En qué consiste la prueba? Es muy sencilla y totalmente
indolora. El paciente debe apoyar la barbilla en una especie de repisa y mirar
dentro de una cámara oscura, donde se ve una cruz iluminada en medio. Durante
unos minutos, se dispara una serie de ráfagas luminosas con diferente
intensidad y en diferentes lugares. El paciente tiene que indicar, presionando
un mando, cada señal que percibe. El médico se dará cuenta de inmediato qué
señales ve el paciente y cuáles no puede ver, y en qué zona no las distingue.
Es una prueba funcional que va más allá de la anatomía del
ojo, porque las pruebas como la OCT, la angiografía o la foto del fondo de ojo
revelan la fisiología concreta del ojo en ese momento, pero puede ser que el
paciente vea más de lo que cabría esperar por su estado. Este es mi caso
concreto. El doctor Vivar a veces me dice que, según la foto del fondo de ojo,
se podría interpretar que tengo una visión del 20 %, cuando en realidad estoy
viendo un 80 %, y esto se pone de manifiesto en la campimetría.
El mapa resultante de una campimetría revela zonas “rojas”,
que es donde no se visualizan las señales, zonas “verdes”, que es donde se
perciben las señales con poca intensidad y una zona “amarilla” que es donde se
captan todas las señales emitidas. Si el mapa es totalmente amarillo, tu visión
es perfecta. Es importante que la parte central sea amarilla: quiere decir que
la mácula no está afectada, y esto es crucial. Cuando la parte central está
verde, significa que puede haber una exudación o derrame de líquido en la
mácula. Si estuviera roja, podría revelar una hemorragia que impide la visión.
De momento, mi afectación no ha tocado la visión central. Tengo afectada la
zona periférica de la mácula pero la fóvea ―el centro― permanece sana. ¡Gracias a Dios! Esto me permite leer,
escribir, distinguir caras y detalles y centrar la vista, es decir, funcionar
con normalidad en el día a día. Pese a las secuelas del trombo puedo llevar una
vida normal.
A los pacientes con problemas maculares y de retina es importante
que vuestro oftalmólogo os haga una campimetría, que no siempre se hace, para
determinar con exactitud la calidad de vuestra visión.
En otras entradas continuaré hablando de otras pruebas,
también muy importantes, para qué sirven y cómo se interpretan.
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