En otras entradas he hablado de la importancia de la
alimentación para la salud en general y, concretamente, para mejorar la visión.
Hoy me gustaría detenerme en la estrecha relación que hay entre degeneración
macular asociada a la edad (DMAE) y nuestra dieta occidental.
¿Por qué degenera la mácula? La mácula es la parte central
de la retina, donde crecen las células encargadas de la visión detallada: los
conos, que ven los colores, y los bastones, que perciben la luz. Sin estas
células no podríamos leer, distinguir las caras, conducir y realizar otras
tareas que requieren una visión precisa.
Las células de la mácula envejecen y degeneran, como muchos
tejidos del cuerpo, no tanto por la edad como por la mala circulación
sanguínea. Si llega poca sangre a los tejidos, hay poco aporte de nutrientes y
oxígeno. Las células funcionan peor y acaban muriendo “de hambre”, por así
decir. Como estas células son tejido neuronal, muy delicado, no se renuevan y,
por tanto, se pierde visión.
Las venas y arterias que irrigan la retina se ven
endurecidas y bloqueadas por placas, formadas por grasa, colesterol y otros residuos
que se deposita en sus paredes. La afluencia de sangre disminuye. Si una placa
se rompe se forman trombos que pueden ocluir un vaso sanguíneo y provocar zonas
sin oxígeno y hemorragias. En los vasos más pequeños, además, se pueden dar
exudaciones. Todo esto contribuye a la degeneración macular. Se podría decir
que la degeneración macular asociada a la edad es una forma de enfermedad
arterial, que se manifiesta en la pérdida de visión.
¿De dónde viene esta grasa que obstruye y deteriora los
capilares sanguíneos? Directamente de nuestra alimentación. Por tanto, una
dieta limpia que prevenga los problemas vasculares también será preventiva
contra la degeneración macular.
Muchas personas mayores sufren problemas circulatorios, por
eso no es de extrañar que acaben desarrollando degeneración macular. Las
personas más jóvenes que tienen colesterol elevado, sobrepeso y oclusión de los
vasos sanguíneos por grasas, corren el mismo riesgo de forma prematura.
Médicos como el Dr. McDougall proponen un régimen
alimentario rico, variado, suficiente en aporte nutricional y en energía que, a
la vez, logre disminuir la grasa y el colesterol en sangre. La solución es
reducir al máximo la toma de alimentos grasos, especialmente los de origen
animal y los aceites, y tomar muchos alimentos vegetales, que son ricos en
vitaminas, minerales y antioxidantes. Aportan energía limpia y nutrientes para
los tejidos del ojo, y previenen la formación de placas en las arterias. Lo que
es bueno para el corazón y la circulación también lo es para nuestros ojos. Cuanto
más limpia esté la sangre, más nutrida y más oxigenada, mejor visión.
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