Hace unas semanas hablé de diferentes remedios para la
hipertensión, especialmente remedios naturales. Mi motivación al investigar soluciones
alternativas era evitar los fármacos. Las pastillas anti-hipertensivas tienen
importantes efectos secundarios y contraindicaciones, además de que no curan
nada, simplemente mantienen a raya el síntoma. Los médicos las prescriben de
por vida y, con el paso de los años, los pacientes sufren secuelas derivadas de
su toma. En algunos casos, los efectos adversos pueden amenazar la vida del
paciente, al provocar hemorragias y otros trastornos.
Como expliqué, además de cuidar mucho mi dieta, me centré en
tres remedios totalmente caseros y naturales. Ni siquiera recurrí a los
suplementos. Mi sorpresa ha sido que, al cabo de unas pocas semanas, tenía
totalmente normalizada mi tensión arterial. Midiéndola tres veces al día, no
subía de 13 – 7, unos valores que se consideran normales, fuera de riesgo, y
que no precisan de medicación alguna. He mantenido mi tensión así durante
meses, por eso ahora quiero contarlo.
¿Cuáles son estos tres remedios “prodigiosos” y más eficaces
que cualquier medicación o suplemento? Son sencillísimos, baratos e incluso
sabrosos.
Reducir la sal
El primero ha sido controlar, seriamente, la sal en mi
comida. Evito cocinar con sal y, si debo aliñar algún plato, lo hago con muy
poquita cantidad y ya cocinado, pues la sal durante la cocción pierde sabor y
la gente tiende a echar más. ¿Cómo logro dar sabor a mis platos? A veces
utilizo un poquito de agua de mar mezclada con el agua normal para cocer. Otras
veces simplemente recurro a la combinación de hierbas y especias: jengibre,
cebolla, laurel, orégano, puerro, comino, etc. Los vegetales cocinados en su
tiempo justo (al dente, no recocidos) tienen tanto sabor que ya no necesitas
añadirles nada. Las plantas tienen sales minerales de forma natural. Además,
así conservan mucho mejor sus nutrientes.
Los médicos aconsejan a sus pacientes que limiten o retiren
la sal. El problema es que es tan adictiva que nadie o casi nadie hace caso de
estas recomendaciones. Además, los alimentos procesados llevan incorporada
mucha sal, más de la necesaria. Por eso, aunque no echemos sal a la comida, la
estamos ingiriendo. Todas las conservas, panes, quesos, salsas, embutidos,
etc., están sumamente cargados de sal. Los médicos lo saben y contrarrestan el
problema con pastillas.
Un poco de sodio es necesario, por supuesto. Nuestra sangre
necesita un equilibrio entre dos sales: el sodio y el potasio. El problema es
que los alimentos ya llevan sodio de forma natural, y añadir sal a la comida
los sobrecarga y desequilibra la química de nuestro cuerpo. De ahí que, para
evitar problemas, nuestro propio organismo provoque la hipertensión para
facilitar que la sangre corra más. En realidad, la hipertensión es una
respuesta natural del cuerpo ante un exceso de sal. Así que el remedio evidente
es reducir la sal hasta un límite seguro. Los expertos dicen que no deberíamos
tomar más de 2,5 gramos de sal al día. Esto es una cucharadita rasa de café. Sobra
decir que, entre los aliños y los procesados, nuestra ingesta diaria habitual
es mucho mayor.
Una opción razonable, por supuesto, es comer siempre en
casa, alimentos frescos preparados al momento. Comer en restaurantes o tomar
platos precocinados es letal, porque llevan mucha sal y no controlamos las
cantidades.
El limón
El limón es un remedio muy tradicional para bajar la tensión
arterial. Pero no podéis imaginar hasta qué punto es efectivo. Algún día que he
ido a comer de restaurante, por compromiso ineludible, he pedido unas rodajas
de limón y me las he tomado con el postre. Por la tarde, al tomarme la presión,
¡no me había subido!
¿Qué hace el limón en nuestro cuerpo? El limón ayuda a
digerir las grasas, provocando que segreguemos más bilis, y esto ayuda a
eliminar las comidas pesadas. Por otra parte, tiene mucha vitamina C, un
potente antioxidante que protege los tejidos y la salud arterial. Tomar el zumo
de un limón al día puede ser otro estupendo remedio para mantener la presión a
raya, con los beneficios añadidos de esta fruta, que es muy depurativa y regeneradora.
Las legumbres
Este ha sido el gran descubrimiento. Casi todos sabemos que
el limón va bien para la presión, pero que las legumbres sean tan beneficiosas
no es tan conocido.
El doctor Esselstyn, cirujano que cura a pacientes cardiovasculares
a base de la alimentación, dice que lo mejor que pueden hacer las personas que
quieran conservar sano su corazón y sus arterias es comer muchas legumbres, a
diario.
¿Qué tienen las legumbres para ayudar a la salud arterial? En
primer lugar, son ricas en proteínas, concretamente la arginina. Esta proteína
promueve la producción de óxido nítrico, un potente químico de nuestro cuerpo
que limpia el epitelio arterial y relaja sus tejidos, haciendo que nuestros
vasos sanguíneos se hagan más elásticos y resistentes.
En segundo lugar, las legumbres son muy ricas en magnesio y
potasio, que ayudan a regular el equilibrio de sales en la sangre,
contrarrestando el exceso de sodio.
En tercer lugar, tienen mucha fibra, que envuelve y arrastra
la grasa en el intestino ayudando a expulsarla, para que no pase a la sangre. O
sea que también son buenas para bajar el colesterol y los triglicéridos.
Esta misma fibra alimenta nuestras bacterias que viven en el
colon. Algunas de estas bacterias producen ciertos ácidos grasos que protegen
nuestras arterias. Sin fibra, las bacterias no pueden producirlos.
O sea, que las legumbres, además de ser un alimento sanísimo,
sabroso y casi completo, son un magnífico remedio anti-hipertensión. Os animo a
que lo probéis y tratéis de tomar legumbres a diario, aunque sólo sea una
tacita como acompañamiento de otro plato. Por supuesto, ¡sin tocino ni chorizo!
¿Por qué esto es importante para tu vista?
Hablo de este tema porque, como ya he contado muchas veces,
una de las causas más frecuentes de las dolencias oculares son los problemas
circulatorios. Cuanto tuve mi accidente tenía el colesterol y la hipertensión
altísimos. El oftalmólogo que me visitó por primera vez tras mi trombo ocular
me lo aconsejó: “Cuida tu colesterol y tu tensión arterial”. Fue su única
prescripción.
La mala circulación, el deterioro de los vasos sanguíneos y
el colesterol producen accidentes que, si se dan en la retina, dañan el ojo y
provocan una pérdida de visión. La degeneración macular y otros problemas son
casi siempre de origen vascular. Por eso es importante cuidar la salud de tu
sistema circulatorio y la calidad de tu sangre.
Ya veis que es más sencillo y económico de lo que parece. Sin
fármacos ni suplementos caros. Eso sí, hay que tener voluntad y adoptar una
dieta sana, que a veces es totalmente opuesta a lo que nos hemos habituado a
comer durante años. Pero vale la pena. La vista es un don precioso y
conservarla merece todos los esfuerzos.
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