Recientemente he pasado unos días de retiro en el campo.
Alojado en una masía, en plena naturaleza y lejos de la contaminación lumínica
de las ciudades, he podido pasear algunas noches bajo las estrellas. Es una
experiencia hermosa que me llena de paz, y que también he observado que
contribuye a mi salud ocular.
Contemplar un cielo estrellado en medio del campo, sin luz
artificial alguna, es un espectáculo que todos deberíamos poder disfrutar
alguna vez. Por un lado despierta la
sensibilidad y un sentimiento de gratitud ante la belleza que se despliega en
el cielo. Abre interrogantes y suscita la admiración ante el universo creado.
Bajo la luz de miles de astros parpadeantes uno se siente pequeño, pero al
mismo tiempo inmenso. Reflexiono y me digo que el ser humano, siendo una mota
de polvo cósmico, posee, sin embargo, una mente prodigiosa capaz de asombrarse,
de hacerse preguntas y de intentar comprender el espacio que le rodea. Dicen
los científicos que el cerebro humano es mucho más complejo que todo el
universo.
Aparte de la experiencia espiritual, ver el cielo de noche
es un magnífico ejercicio para la vista. Cuando sales de la casa y comienzas a
caminar estás deslumbrado, pero a los pocos minutos, alejándote de cualquier
foco de luz artificial, el ojo se habitúa a la penumbra y se activa la visión
nocturna. Todos sabemos que en un paisaje nocturno no se distinguen los colores
y las cosas se ven muy distintas que durante el día. La pupila tiene que
dilatarse mucho para capturar la escasa luz ambiental y poder ver. Este reflejo
estira los músculos oculares y activa las células receptoras de luz de la
retina ―los bastones―. El ojo sale de su zona de
confort, se tonifica y se estimula.
Ya los antiguos egipcios recomendaban contemplar la luna
para mejorar la visión. Si hay luna el panorama es espléndido, pues se llega a
ver casi como en el día, solo que en blanco y negro. Pero si no hay luna basta
la luz de las estrellas. Ver los montes, los árboles, el camino y los sembrados
con esta tenue claridad no solo relaja la mente, sino que potencia la visión,
tanto óptica como cerebral.
A todos los que tengáis ocasión de pasar unos días en la
naturaleza os recomiendo que hagáis algunas caminatas nocturnas, sin llevar
linterna y lejos de cualquier farol o fuente de luz artificial. Será una
experiencia hermosa, gratificante y saludable para vuestros ojos, que sin duda
querréis repetir.
El Molí de Tartareu
La masía rural donde he pasado estos días es un antiguo
molino de harina, situado en el valle del río Farfanya, en la comarca de la Noguera
(Lérida). Esta es su página
web.
Por su ubicación, lejos de núcleos habitados, el Molí de
Tartareu es un lugar privilegiado para contemplar aves, animales salvajes y
cielos nocturnos. El firmamento en esa zona es uno de los más limpios de
España. Todos los alrededores de la sierra del Montsec han sido declarados zona
“Starlight”, con el aval de la UNESCO. En la cima de la sierra se levanta un
importante observatorio y en su falda se encuentra el Parc Astronòmic del Montsec, donde
turistas y visitantes pueden disfrutar de diversas actividades lúdicas y
educativas y observar el firmamento y las estrellas.
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