sábado, 15 de diciembre de 2018

La vitamina A: clave para la visión

Desde niños nos enseñaron que las zanahorias eran buenas para la vista. Más tarde, hemos aprendido que los alimentos de colores amarillo, naranja y rojo, ricos en carotenos, son estupendos antioxidantes y contribuyen a la buena visión.

Pero, ¿por qué esto es así? ¿Qué ocurre en nuestros ojos y qué pueden hacer estos alimentos para mejorar nuestra función visual? A raíz de leer el libro del doctor Christian Knobbe sobre la degeneración macular y sus causas, he aprendido el por qué. Intentaré explicarlo con sencillez y sin palabras muy técnicas, porque es fascinante entender cómo se produce la visión y qué papel tiene la vitamina A en ella.

Alimentos ricos en carotenoides. 

¿Cómo vemos?


En realidad, no son los ojos los que ven, sino nuestro cerebro. Nuestros ojos son la lente o cámara que enfoca, filma y fotografía, recogiendo la luz y proyectándola en la pantalla de fondo, que es la retina. Y aquí es donde empieza el milagro de la visión.

En la retina, como ya sabemos, hay una capa de pigmento, rica en luteína y zeaxantina, donde crecen, como un terciopelo tupido, los fotorreceptores, o células receptoras de luz. Los fotorreceptores son de dos tipos: conos o bastones. Los bastones perciben la luz y las formas básicas; los conos perciben el color y los matices precisos.

Estos fotorreceptores son los que procesan la luz y la convierten en señales eléctricas que se transmiten al nervio óptico y al cerebro. Pero ¿cómo se realiza este proceso? Es todo pura química. Los fotorreceptores utilizan un derivado de la vitamina A, llamado 11-cis retinal para detectar la luz. Este retinal se une a una proteína llamada opsina y forma un pigmento que tiñe de color los fotorreceptores. Cuando la luz golpea el pigmento, la vitamina A cambia su estructura y se alarga, emitiendo una señal eléctrica. La señal eléctrica se transmite a tres células, en cadena: la célula bipolar, la célula ganglionar y finalmente la neurona, que es la que lleva el impulso eléctrico al cerebro. En el cerebro, en el área del córtex visual, esta señal se procesa y nosotros vemos una imagen.

Cuando el pigmento ha cumplido su misión, el derivado de la vitamina A es reciclado con unas enzimas para poder ser utilizado de nuevo.

Sin vitamina A no podríamos ver


Si las imágenes que vemos son producidas por impulsos eléctricos, y estos impulsos son fruto de una reacción química, esta reacción sería imposible sin la vitamina A. Por eso, en el ciclo visual la vitamina A es imprescindible.

¿De dónde obtenemos la vitamina A? El cuerpo la puede fabricar a partir de los carotenos, de ahí que las frutas rojas, naranjas y amarillas, ricas en estos componentes, sean estupendas para la visión. Pero, atención, los carotenos no son vitamina A. La vitamina A, completa, la encontramos en alimentos de origen animal. Hay vitamina A en la carne, el pescado y la yema de huevo. También en la mantequilla orgánica de vacas que hayan comido hierba. Pero los alimentos que se llevan la palma son las vísceras: el hígado es el alimento más rico en vitamina A.

Hay otro alimento que antiguamente se utilizaba mucho, pero que suele causar rechazo por su sabor. Es el aceite de hígado de bacalao. Como suplemento para mejorar el aporte de vitamina es un ingrediente a tener en cuenta si no tomamos suficiente vitamina A y tenemos riesgo de sufrir degeneración macular.

Hígado encebollado: el número 1 en vitamina A.

Cómo suplir la carencia


El problema, que señala el doctor Christian Knobbe, es que nuestras dietas actuales son muy pobres en vitamina A. Quizás es debido a que hoy ya no se suelen consumir vísceras como antiguamente y nuestra dieta, tan rica en grasas, alimentos procesados y azúcares, es poco nutritiva, aunque sea muy calórica. Hay una carencia generalizada de vitaminas, y esto puede estar contribuyendo a la pandemia de degeneración macular que vemos por el mundo.

Muchas personas pueden pensar: bien, si nuestra dieta es pobre en vitamina A, ¿por qué no tomar suplementos? Los suplementos sintéticos, se ha probado en muchos estudios clínicos, no son lo mismo que tomar las vitaminas en el alimento natural. Además, hace unos años hubo mucha alarma porque se comprobó que las personas con cáncer de pulmón que tomaban suplementos de vitamina A tenían mayor riesgo de morir de la enfermedad. Cada día que pasa se está cuestionando más la validez y la eficacia de los suplementos vitamínicos. Lo mejor, finalmente, es tomar los alimentos ricos en nutrientes tal como los ofrece la naturaleza, con sus combinaciones únicas de diferentes vitaminas y minerales, agua, fibra y otros elementos. Una pastilla jamás podrá sustituir un alimento natural de calidad.

De ahí que la propuesta del doctor Knobbe sea volver a una dieta más parecida a la que consumían nuestros antepasados hace cien o más de cien años. Sin aceites, harinas refinadas ni todos estos alimentos procesados que hoy llenan nuestros supermercados y neveras. En definitiva, se trata de comer las plantas y los animales tal como crecen en el campo: carnes orgánicas, pescados salvajes, cereales integrales y semillas, y mucha fruta y verdura fresca y de temporada, siempre que sea posible. Y no olvidemos los “menudillos” (riñones, corazón, hígados, lengua) que, tomados de tanto en tanto, son un fabuloso aporte de vitamina A perfectamente asimilable por nuestro cuerpo.

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