¿Lucentis en gotas?
La noticia ha salido publicada en varios medios y es prometedora (ver enlace). ¿Será posible un fármaco de efecto similar o aún mejor que el Lucentis, que evite o frene la degeneración macular, y que se pueda administrar el mismo paciente en casa, en forma de colirio?
¿Será posible acabar con el trauma de las inyecciones, que
solucionan el problema de los derrames de sangre y líquido en el ojo, pero que
a largo plazo pueden dañar los tejidos?
¿Será posible reducir los costos de este tratamiento,
ahorrando el gasto del quirófano y ofreciendo un precio asequible a todos los
pacientes?
Son muchas preguntas, y parece que las respuestas no
tardarán en llegar… ¡y pueden ser positivas!
Un grupo de investigadores de la Universidad de Tufts (USA)
y la de Tel Aviv probó una sustancia química en ratones, logrando dos efectos
importantes: detiene el daño causado en la retina que dificulta la visión
precisa y la percepción de los colores y, además, evita la formación de nuevos
vasos sanguíneos, responsables de las exudaciones que provocan la distorsión
visual.
Aunque el director del proyecto afirmó que se necesitan más
ensayos, los resultados de este experimento son muy esperanzadores: «La terapia
ideal es la que puede ser autoadministrada diariamente por los pacientes»,
dice.
En este otro enlace
podéis ver la noticia publicada en inglés, por la Universidad de Tufts. Y aquí
podéis ver el artículo
entero, publicado en la revista científica Plos One.
Nuevos fármacos intravítreos, ¿menos inyecciones?
Los investigadores no paran, y el motivo es obvio. La degeneración macular afecta a millones de personas y, a medida que la población envejece, amenaza en convertirse en una epidemia de grandes dimensiones. Recordemos: la degeneración macular asociada a la edad (DMAE) es la primera causa de ceguera en los países desarrollados… y pronto lo será en los que están en vías de desarrollo.
Las inyecciones de Lucentis o Avastin, con su efecto
inhibidor de la formación de nuevos vasos y sellador de los que ya existen, son
por ahora la única solución accesible. Pero se están investigando opciones
mejores.
Por un lado, se persigue mejorar el fármaco, puesto que la
administración continua de los actuales remedios, a largo plazo, resulta tóxica
para la retina. Por otro lado, se busca que el efecto del fármaco sea más
duradero, reduciendo así la frecuencia de las inyecciones y el trauma para el
paciente.
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