Los tres tesoros
En las últimas décadas la medicina china se ha hecho cada
vez más popular en Occidente. Yo he tenido la oportunidad de conocerla un poco
gracias a algunos terapeutas amigos, y puedo hablar de la eficacia de algunos
de sus tratamientos. En este artículo explicaré de forma muy sencilla sus
principios, y por qué es una alternativa interesante y complementaria a la
medicina occidental.
La medicina china se basa en ciertas ideas sobre la salud y
el ser humano. Para empezar, la salud es una responsabilidad del paciente tanto
como del médico. No vale aquello de que “mi salud está en manos de los
médicos”. La prevención es esencial, y una parte importante de esta radica en
los hábitos de vida y en la alimentación. Un régimen adecuado es más importante
que los fármacos o remedios.
El médico tiene como misión mantener a las personas sanas.
El sistema tradicional chino funcionaba así: cada familia pagaba una cuota
mensual a su médico, este visitaba regularmente a todos sus miembros y les
hacía recomendaciones para mantenerse sanos. Si alguien caía enfermo, la
familia dejaba de pagar al médico hasta que el paciente sanaba. De esta manera
se aseguraba un buen ejercicio de la profesión y se estimulaba a los médicos a
buscar los remedios y terapias más eficaces para sus pacientes.
La medicina occidental considera que la persona es cuerpo y
mente, y tiende a separar las dos vertientes: las diversas ramas de la
medicina y la cirugía tratan el cuerpo; la psicología y la psiquiatría se ocupan
de la mente. La terapia se centra en la parte material o en la mental,
ignorando por completo la parte energética.
La medicina china reconoce en la persona tres dimensiones,
llamadas los “Tres tesoros”: el cuerpo físico (o esencia, llamada “jing”), la
energía (el “chi”) y la mente (o dimensión espiritual, llamada “shen”).
Estas tres dimensiones están estrechamente relacionadas entre sí, tanto que si
una se desequilibra puede afectar a las otras y causar una enfermedad. La
energía es clave para la salud: hace de puente entre el cuerpo y la mente y es
la que nutre y refuerza tanto al cuerpo como a la psique.
El jardín
El cuerpo en la medicina occidental moderna se ha concebido como un conjunto de piezas: si una se estropea, se busca la manera de repararla sin tener en cuenta su relación con el resto. De ahí que la ciencia médica haya tendido a la super-especialización. Con el resultado de que a veces, para resolver un problema en un órgano, se provoca un daño en otra parte del cuerpo y sucede que “es peor el remedio de la enfermedad”.
En la medicina china el cuerpo no se considera un robot de
piezas, sino un jardín, donde el médico, como buen jardinero, riega, fertiliza
y poda. El cuerpo no es un campo de batalla entre microbios invasores y
células, sino un ecosistema donde todo está relacionado. Cuando está en armonía
nos proporciona salud, energía y alegría vital.
La enfermedad para el médico chino es un trastorno que puede
proceder de agresiones externas o de un desequilibrio interno. Esto provoca un
desajuste de energía que se manifiesta en los síntomas: ya sea en el cuerpo o
en la mente. La medicina china no va a cortar estos síntomas, sino que busca la
raíz del problema y la trata de diferentes maneras: una correcta alimentación
para el cuerpo, remedios herbales o minerales si es necesario, acupuntura y
otras técnicas para abordar los desajustes energéticos, respiración y algunos
ejercicios para equilibrar la mente.
De ahí que la medicina china sea eficaz en dolencias
crónicas y en muchos casos en los que el problema, más que orgánico, es
funcional. Cuando la causa de la dolencia está en el nivel energético o mental,
la medicina convencional, basada en los fármacos o la cirugía, no resuelve el
problema o se demuestra ineficaz. Muchos pacientes sometidos a pruebas y
análisis salen desalentados de la consulta médica. Aparentemente “no tienen
nada” pero se siguen encontrando mal, algo no funciona en ellos y sufren. Otras
veces la solución es cirugía. Se corta una parte enferma del cuerpo, pero como
el problema de fondo no se ha resuelto, la dolencia surgirá más tarde en otra
parte. La medicina china, con su abordaje de la persona como un todo: físico,
energético y mental, puede brindar respuestas y remedios quizás más a largo
plazo, pero más eficaces.
Medicina integrativa
La medicina occidental ha avanzado mucho en fisiología, en química y en tecnología. La farmacología y la cirugía, así como la genética, experimentan grandes avances. Pese a esto, las enfermedades crónicas derivadas de un estilo de vida insano y de problemas emocionales están cada vez más extendidas en occidente. Llegan a ser verdaderas epidemias que reducen la calidad de vida de millones de personas y conllevan un enorme gasto público. Las personas viven más años, pero con peor calidad de vida. De ahí la importancia de integrar los avances científicos con otras terapias que entiendan al paciente como un todo donde se unen la dimensión corporal, la espiritual y la social, y que puedan no solo atajar el mal de raíz, sino prevenir dolencias futuras. Oriente ha incorporado los avances occidentales en su sistema tradicional médico sin problemas. En Occidente algunos países, como Suiza, Francia y Alemania, ya incluyen la Medicina Tradicional China en su sistema sanitario y la reconocen en pie de igualdad con la medicina occidental, pero aún falta que sea admitida en muchos otros estados, como en el nuestro. De todos modos, cada vez son más los médicos y terapeutas que se abren a la llamada “medicina integrativa”, que se basa en una concepción global de la persona (cuerpo, energía, mente) y en la posibilidad de adoptar diversas terapias para abordar un problema de salud. También son cada vez más los pacientes que confían en esta medicina oriental, de tradición milenaria. Y lo hacen porque comprueban que funciona y porque les propone algo más que remedios puntuales. La medicina china es una forma de entender la salud y de auto educarse para conservar con calidad este don tan precioso que todos compartimos: la vida.
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