Desde noviembre 2008 hasta junio 2009 me tuvieron que
pinchar en el ojo cinco veces, cada dos o tres meses. Imaginaos la situación.
Me fui acostumbrando al quirófano y a la fuerte impresión, pero no acababa
de ver una salida. La doctora Viver me decía que era un paciente ejemplar, pues
a la menor señal de distorsión ya acudía a consulta y esta inmediatez era buena
para poner remedio en seguida y evitar daños mayores. “Eres un paciente muy
consciente y sensible”, me decía, dándome ánimos.
De todos modos, no me quise resignar. Notaba que el ojo se
resentía con tanta inyección. Económicamente era demasiado costoso. Así que
hablando con amigos, doctores y terapeutas, busqué la forma de hacer algo más
por mi visión, para intentar evitar las hemorragias internas del ojo.
Una de las cosas que he aprendido es que todo problema
localizado en un órgano es síntoma de un estado general del organismo. Ya he
comentado mi estrés, sobrepeso, hipertensión… Aunque lo iba controlando y
estaba mucho mejor, aún tenía que abordar más en profundidad mi salud global.
Visitando a la herbolaria María Crespo, experta en herboristería y medicina orto-molecular, supe de la relación entre el ojo y el sistema digestivo, concretamente, el
hígado. Un hígado inflamado por los malos hábitos alimenticios propicia una
sangre no limpia, problemas circulatorios y también en la visión. Con ella seguí un
tratamiento con hierbas hepáticas, encaminadas a desintoxicar el hígado y la
sangre, y a fortificar las paredes arteriales, algo fundamental para evitar
hemorragias internas de los capilares.
Otra terapia que probé fue la que ofrece María Contreras,
que utiliza aparatos que generan ondas y calor.
Durante varias sesiones me aplicó sus máquinas a la zona del ojo, cuello y espalda
para reactivar la circulación periférica.
¿La eficacia de estas terapias? Creo que mejoré,
aunque el tema del sangrado ocular no se resolvió como hubiera deseado. Pero estaba poniendo las bases de una nueva forma de alimentarme y de entender
la salud. También comencé a regenerar, poco a poco, todo mi cuerpo,
y esto siempre es importante. Aunque de entrada no combatió el síntoma, mejoró
el estado general ―circulación,
situación anímica, sistema digestivo―
y esto ha tenido un efecto beneficioso a largo plazo.
En resumen, aprendí a ser un paciente no pasivo, sino
activo. Cogí las riendas, me hice responsable de mi vida y de mi salud y aprendí que los
médicos son un apoyo, no infalible ni definitivo, pero que todo depende de ti. Por eso siempre hay que
seguir buscando opciones. En la próxima entrada explicaré otras que han
ampliado mi visión de la salud y de la fuerza vital que todos llevamos dentro.
Nuestro cuerpo está diseñado para estar bien y para curarse.
Muy bien ese comentario de que el ojo tiene relación con el higado, no lo sabia y eso me lo voy a poner en practica, tomare hierbas para depurar el higado, muchas gracias Joaquin ese escrito me ha ayudado mucho.
ResponderEliminarUn gran saludo