domingo, 18 de septiembre de 2016

Cómo gestionar el estrés

Ya vimos cómo nos perjudica el estrés. ¡Ahora vamos a ver cómo lo superamos! El experto en acupuntura ocular Andy Rosenfarb nos aconseja varios métodos.

Meditación. La finalidad es olvidar lo que sucede a tu alrededor. Olvida tu cuerpo, tus dolores, tu enfermedad. Y olvida el entorno: el ruido, la gente, los problemas. O el tiempo: tu agenda, lo que ocurrió en el pasado, lo que voy a hacer… Es vivir en el presente. Es lo que enseñan todos los maestros de espiritualidad: vive en el presente. El presente es donde está la paz, donde está la felicidad.

Para meditar no tienes por qué estar quieto en silencio. Meditar también es correr, caminar, cuidar tu jardín, danzar, pasear con los amigos, jugar con un animal, dedicarte a tu hobby. Todo lo que te construye es una forma de meditación. La idea es que, sin ayuda de drogas ni alucinógenos, salgas de ti mismo y dejes de pensar en tus cosas y estés realmente presente, haciendo lo que estás haciendo. A veces necesitamos cambiar y explorar diferentes formas de salir de nuestra mente.

Ejercicio a diario. Es importantísimo, pero a mucha gente le cuesta ser constante. Bastan unos pocos minutos al día para hacer estiramientos, caminar…

Descanso. Tan importante como moverse es dormir lo suficiente y levantarse descansado. Lo ideal sería que hacia las 11 de la noche estuviéramos acostados y a punto para dormir.

Identifica patrones mentales negativos. ¿Qué te molesta, qué estás exagerando en tu mente? ¿Cuáles son tus pensamientos? ¿Te llevan a la desesperación, a la angustia, a la depresión? Esto es un problema.

Practica mindfulness o consciencia plena del presente. Hay muchos lugares donde te pueden enseñar.

Busca ayuda de un grupo. A veces te puede ayudar unirte a un grupo de autoayuda. El apoyo de otros te puede dar la motivación necesaria para salir de esos patrones mentales. ¿Cómo saber si un grupo te conviene? Si compartir lo que sientes con otros te alivia, te inspira y te carga de energía y ánimo, es un buen grupo. Te alimenta emocional y espiritualmente. Si te sientes mal, derrotado, enfermo, deprimido, es que ese grupo no te está ayudando. No te abre la mente ni te relaja, no te da valor. Al contrario, te estresa más. Busca otro lugar.

Observa. No se puede ser observador y participante al mismo tiempo. Ante una situación de estrés, conviértete en observador. Deja de dar vueltas a tus problemas, sal de ti y mírate desde una distancia. Observa tus pensamientos: esto hace que el 30 % del problema desaparezca. Verás más claro, con perspectiva, incluso con sentido del humor, y se te ocurrirá qué puedes hacer. Obsérvate a ti mismo, esto se logra con la práctica.

Reduce los estimulantes: café, alcohol, tabaco. Incrementan la acidosis, inflaman, aumentan el estrés oxidativo y perjudican la circulación. Y todo esto es lo que daña nuestra visión.

Sé bueno contigo mismo. Estás tan ocupado cuidando de los demás… ¡que no tienes tiempo para cuidarte un poco a ti mismo! Busca ese tiempo. Necesitas unas horas para ti, para tus hobbies, para escuchar tu música favorita. Necesitas ese espacio para ser tú mismo. Aunque tus actividades sean muy gratificantes, aunque te dediques a hacer voluntariado y esto te recompense, todo te acaba gastando y consumiendo tus energías.  Tenemos que cuidar de nosotros mismos. Los demás pueden ayudar, pero no lo harán por nosotros. Nosotros sabemos mejor que nadie lo que necesitamos. ¡Disfrutad!

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Estos fueron los consejos de Andy Rosenfarb para gestionar el estrés. Yo añadiría: si eres creyente, reza. Ten un espacio diario de silencio a solas con Dios. Confía en él y acógete a su amor. Esto te ayudará. La dimensión espiritual es un campo de infinitas posibilidades. No te cierres a él. 

domingo, 11 de septiembre de 2016

El impacto del estrés

El estrés tiene un impacto muy importante: acelera la pérdida de visión. Hay un estrés interno: mental y emocional. Se trata de resolver problemas. El estrés externo está causado por factores ambientales: radiaciones, polución, transgénicos, fármacos, infecciones…

Cuando sufrimos estrés, ya sea emocional o ambiental, se da una respuesta del sistema nervioso simpático (reacción ataque-huida). Esta respuesta está encaminada a la supervivencia. Es útil cuando estás en peligro o te persigue un tigre. Te da la capacidad de enfrentarte o escapar. Va asociada al miedo. Pero esta respuesta no es la mejor cuando no hay una causa real.

En una situación de estrés, toda la química cerebral nos prepara para sobrevivir. La digestión se detiene y las glándulas suprarrenales segregan cortisol y catecolaminas para que físicamente estemos fuertes y podamos afrontar el peligro. El problema es que hoy estamos bombardeados por mil factores que nos causan estrés: conflictos laborales, problemas económicos, Internet. Podemos estar sentados en nuestro despacho, sin una amenaza física real, pero estamos padeciendo estrés a causa de la gente que nos rodea y los problemas que tenemos que resolver.

No estamos diseñados para vivir en un estado de estrés crónico. El estrés físico en los animales se da de forma súbita, dura unos minutos y después el cuerpo regresa a su estado de relajación natural. En los humanos, el estrés prolongado es algo de ahora, hemos vivido miles de años de otra manera y no estamos adaptados. Nuestros cerebros han desarrollado mecanismos para protegernos, pero la constante liberación de las hormonas del estrés en nuestra sangre provoca cambios en la química cerebral y acaba causando daños y neurodegeneración. El estrés produce vasoconstricción, que reduce el flujo sanguíneo, favorece la inflamación, el estrés oxidativo y la acidosis. Todos estos factores aceleran la degeneración ocular.


El estrés impide una respuesta del sistema parasimpático, que nos relaja y nos repara. La respuesta de estrés crea un círculo vicioso: al deteriorarse el organismo, éste se estresa todavía más.

Ante una enfermedad o un problema que nos abruma y nos sobrepasa, nuestro sistema entra en pánico y nos sentimos impotentes. Surge la reacción del ataque – huida, que podemos aplicar a la enfermedad. O la negamos (¡Esto no me puede pasar a mí!) o intentamos huir (depresión, negación).
Esto es un error. Lo que ocurre es que perdemos nuestro control y nuestro poder. Necesitamos adoptar una percepción más correcta: hasta cierto punto puedo controlar y gestionar lo que me sucede. 

Tomar las riendas

¿Cómo recuperar el control? Con educación. Podemos preguntarnos: ¿qué es lo que me pasa? ¿Qué puedo hacer? ¿Cómo puedo gestionarlo?

Cuando estamos estresados no activamos el área cerebral creativa de resolución de problemas. Todo es blanco o negro, no hay alternativas. Cuando estamos relajados activamos nuestra inteligencia creativa y podemos pensar en soluciones. Ya no estamos utilizando el cerebro primitivo, reptiliano, sino el cerebro evolucionado que nos ha hecho humanos, imaginativos y capaces de soluciones creativas. Necesitamos educación para utilizar esta parte del cerebro que ve opciones y nos permite buscar remedios. Más allá de lo que nos dicen, comprendemos lo que nos ocurre, sus causas, y podemos tomar el control de la situación.

Cada vez que os estreséis o vuestra dolencia ocular os angustie, tomad perspectiva. Ante la pérdida de visión y cualquier otra enfermedad solemos magnificarla. No dejéis que esto os ocurra. Aprended todo cuanto podáis sobre vuestra dolencia y buscad soluciones alternativas.

El próximo día... ¡no os lo perdáis! Algunas maneras eficaces de gestionar el estrés.

domingo, 4 de septiembre de 2016

¿En qué enfermedades ayuda la acupuntura visual?

El programa Acu-visión, de Andy Rosenfarb, es un intensivo para tratar a pacientes que se desplazan de lejos y quieren mejorar su visión con acupuntura. Suele durar entre una y dos semanas. Además de varias sesiones de acupuntura ocular, incluye tratamiento con hierbas, suplementos y una dieta recomendada, que se debe continuar en casa. 

¿Cuáles son los beneficios de este programa?

Recarga y recuperación. Incrementa el flujo sanguíneo, las células reciben alimento y oxígeno y las que estaban dormidas o malnutridas despiertan. Cuando esto sucede muchas personas quedan asombradas: pueden volver a sacarse la licencia de conducir, o leer de nuevo el periódico, ¡les parece milagroso! Y no lo es: simplemente muchas células dormidas han despertado y han vuelto a funcionar. 

Repara y regenera. Las células se regeneran entre ocho y quince meses después del primer tratamiento. El primer año es crítico. Entre seis meses y dos años las células enfermas sanan. Lo sabemos porque cuando el paciente acaba el tratamiento, vuelve al cabo de dos meses y ve mejor que al terminar. No es magia: lo que ocurre es que las células enfermas se han regenerado y vuelven a la vida. Esto es un proceso que lleva su tiempo. Las células nerviosas pueden regenerarse. Lentamente, pero lo hacen.

Preserva y mantiene. Al cabo de un año, por lo general, las células enfermas han sanado y ya podemos entrar en una fase de mantenimiento. Se trata de conservar lo que hemos conseguido. Este mantenimiento es a largo plazo y se consigue educando al paciente. A partir de aquí podrá volver para unas sesiones más esporádicas, dependiendo de su situación y sus posibilidades, si vienen de otros países. Por eso damos algunas orientaciones para mantener la salud visual en casa.

Es crucial, una vez se ha hecho el tratamiento, continuar en casa con alimentación, suplementos, ejercicios y otros hábitos sanos. Si los pacientes se descuidan pueden volver a perder la visión. Las células muertas no se pueden regenerar y hay que evitar que las enfermas mueran. Vamos a contrarreloj.

Es como conducir un coche con problemas de motor. Nos arriesgamos a que el coche nos deje tirados o tengamos un accidente. Los ojos, como el coche, necesitan mantenimiento y control. Hay muchos factores que podemos controlar: estrés, inflamación, mala circulación. El cuerpo no puede regular estos procesos sin ayuda. Hierbas, suplementos y dieta para evitar la degeneración: todo esto es importante.

Para qué enfermedades del ojo es útil la acupuntura

Degeneración macular.
Stargardt.
Glaucoma.
Retinitis pigmentosa.
Síndrome de Ushers.
Neuritis óptica.
Atrofia del nervio óptico.
Retinopatía diabética.
Ojos secos.
Desprendimiento de retina.
Oclusión de retina.
Uveítis, iritis (suele ser autoinmune).
Neuropatía isquémica.
Distrofia retiniana.
Cataratas.