Como ya hice después de la trombosis, después de sufrir este
edema macular decidí buscar otras opiniones médicas sobre el tratamiento con
Lucentis. Algunos amigos me pusieron en contacto con diversos centros y
oftalmólogos. Así que durante los meses siguientes hice tres visitas: al Institut Català de la Retina, al IMO y al Doctor Jordi Monés (que visita en la
clínica Teknon).
Me quedé bastante tranquilo: todos los doctores coincidieron
en que el tratamiento que estaba siguiendo en la clínica Barraquer era el
adecuado, siguiendo el protocolo para casos como el mío. El doctor Monés
insinuó que quizás podía incorporarse algún corticoide a las inyecciones, para
bajar la inflamación, aunque también existía el riesgo de que esto aumentara la
presión ocular. Debo decir que este doctor está participando en investigaciones
punteras, a nivel mundial, buscando nuevos tratamientos más eficaces para la
degeneración macular y las retinopatías. Me comentó que es posible que en los
próximos años surja una alternativa al Lucentis y al Avastine, mucho más
potente, pero todo está en fase experimental y pasará un tiempo antes de que se
aprueben los nuevos fármacos.
Ahora explicaré un poco más en detalle en qué consiste mi
patología. En el dibujo se ve una retinopatía diabética, parecida a la que sufro, aunque de origen distinto. Técnicamente, es un edema macular, producido
por el trombo que me ocluyó unos capilares sanguíneos. Aunque el trombo fue
sellado con láser, dejó una secuela, que es esta zona inflamada ―el edema― en la retina. Por diferentes
causas, el edema genera nuevos vasos sanguíneos para irrigar y oxigenar la zona
del ojo. Pero estos vasos son frágiles y se rompen y exudan con frecuencia. Cuando
esto sucede, se pierde visión y hay que pinchar de inmediato para sella la fuga
de fluidos. Los vasos sangrantes se inactivan y la mejora viene al cabo de
pocos días. El efecto puede durar como mínimo dos meses. Si el medio es
favorable, hasta más de un año. Todo depende de la salud global del cuerpo y de
las emociones. Una hipertensión, un disgustos, un colesterol alto, el excesivo
estrés, todo puede provocar una nueva hemorragia.
De todos modos,
muchos retinólogos opinan que muchas inyecciones pueden ser contraproducentes y
llegar a dañar la mácula, que es el punto de visión central de la retina.
Además, yo fui notando, con el tiempo, que iba perdiendo la viveza en la
percepción de los colores. La mácula se ensancha y se pierde definición.
Paralelamente, continué mejorando mi nutrición. Una doctora
amiga me aconsejó ciertos complementos para aumentar la oxigenación de la
sangre. De esto hablaré más extensamente el próximo día. No valoramos lo
suficiente la importancia del oxígeno en nuestro cuerpo, ¡pero muy
especialmente en el ojo!
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