En mi última visita al oftalmólogo, saltó la alarma. Mi ojo izquierdo, el que ha sufrido todos los percances —trombo, membrana, láser...— estaba a 32 de presión. El doctor me dijo que, sí o sí, debía tomarme unas gotas pues el nervio óptico sufre mucho con esta presión y no podemos arriesgarnos. Más adelante, me dijo, podemos estudiar algunos remedios naturales para controlar la situación, pero ahora es una emergencia: hay que bajar esa presión.
Así que, aunque me resisto a los fármacos, estoy poniéndome mis gotas religiosamente. Hoy he ido a una óptica a medirme la presión ocular y la tengo completamente normal en ambos ojos: el remedio está funcionando. ¿Efectos adversos? No son importantes, de momento, aunque sí percibo cierta irritación, pero pasa pronto.
He hablado con un naturópata amigo y le he explicado el tema. Él ha sido muy claro y realista: hay remedios naturales para muchas cosas, pero para este caso, lo mejor es ponerse las gotas. Es un problema localizado en una zona muy precisa, es un riesgo importante y hay que tratarlo. Los remedios naturales que abordan la salud ocular y corporal en general siempre ayudan, pero no son lo bastante potentes para resolver este problema concreto.
Eso sí, para evitar que la toxicidad del fármaco pase a la sangre, apenas me pongo la gota cierro el ojo y debo presionar con el dedo en el lacrimal, durante un minuto, y así todo el producto se queda en el ojo y no pasa a las venas. ¡Un detalle a tener en cuenta!
Un riesgo posible: contraer glaucoma
En otra entrada he hablado sobre el glaucoma, una de las
enfermedades de la vista con mayores riesgos, ya que puede conducir a la
ceguera si no se trata a tiempo. El glaucoma se asocia a una elevada presión
intraocular. Los líquidos del ojo no se drenan bien, se genera presión interna
y esta puede llegar a dañar el nervio óptico. Una vez el nervio se daña, se
empieza a perder visión. Comenzando por la visión lateral, hasta llegar a la
mácula o punto de visión central. Muchos pacientes no se dan cuenta de que
están perdiendo capacidad visual hasta que el problema está muy avanzado. Por
eso es importante, a partir de los 50 años, hacerse revisiones anuales para
detectar cualquier síntoma sospechoso y atajar el problema lo antes posible.
Pero ¿qué produce la presión intraocular? En otras palabras,
¿cuál es la causa de que los líquidos del ojo no se drenen adecuadamente?
Aquí es donde encontramos muchas causas posibles, y no hay
dos pacientes iguales. A veces la hipertensión ocular está vinculada a una hipertensión
arterial en general y a un elevado colesterol, pero no siempre es así. De la
misma manera, algunas personas que desarrollan glaucoma no sufren presión
elevada en el ojo. El componente genético tiene un papel, pero no todo. Los
problemas cardiovasculares también influyen. El tabaco y la alimentación
también. El estrés y traumatismos oculares pueden contribuir. El exceso de
insulina (atención al azúcar) también eleva la presión ocular. En fin, los
médicos expertos afirman que es una enfermedad debida a múltiples factores y no
se puede simplificar.
Controlar la presión ocular: primer paso
Si en una revisión te detectan una alta presión ocular,
conviene llevar un control periódico y frecuente. Se considera que la presión
normal está entre 12 y 22. Más de 22 es alta, y por encima de 28 es peligrosa. El
nervio óptico está sufriendo.
Cuando se detecta hipertensión ocular, el primer remedio son
los colirios. Hay muchas clases de gotas, y todas tienen su eficacia. El
problema es que son fármacos potentes y algunas personas sensibles sufren
efectos secundarios molestos, desde irritación y picor hasta vértigos, visión
borrosa y taquicardias.
Revisión en casa, tratamiento personalizado
Como los fármacos para reducir la presión ocular no son
inocuos, los médicos y los científicos están desarrollando nuevas tecnologías
para que el tratamiento sea el mínimo y el adecuado a cada paciente, es decir:
lo más personalizado posible. Lo ideal
es medir la presión ocular con frecuencia y a diversas horas del día. Así el
oftalmólogo se hace una idea de cómo fluctúa la presión del ojo de su paciente
y puede ajustar las dosis del fármaco a su necesidad. Como el paciente no puede
estar desplazándose a la clínica cada día, una empresa finlandesa, Icare, ha
diseñado un aparato
pequeño y fácil de usar para medir la presión intraocular en casa. El tonómetro
Icare está a la venta y se puede adquirir también en España a través de la
empresa óptica Essilor.
La tecnología de este aparato se llama “de rebote”, y es
distinta de la utilizada por los tonómetros tradicionales “de aplanamiento”.
Según un
estudio de la Sociedad Española de Oftalmología, los valores resultantes de
las mediciones por rebote son ligeramente superiores a los de los otros
aparatos. Aún y así, si los maneja un profesional formado, son indicativos y
especialmente útiles a la hora de tratar casos de glaucoma o hipertensión
ocular. En este vídeo se explica
cómo se usa.
Voy a investigar más el tema, porque me interesa mucho. Hay
ópticas que también ofrecen medir la presión ocular, pero no todas cuentan con
los aparatos adecuados y sus mediciones no siempre son exactas. Hay que
informarse bien. Si el aparato es “de rebote”, podemos fiarnos bastante del
resultado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario