domingo, 9 de marzo de 2014

Minerales: pequeños grandes alimentos

Hoy hablaré de la importancia de los minerales. Nuestro organismo los necesita como alimentos reguladores, es decir, para realizar correctamente algunos procesos del metabolismo. La cantidad necesaria suele ser pequeña y con una dieta adecuada se debería cubrir. Lo que sucede es que nuestra alimentación no siempre es equilibrada. Además las principales fuentes de minerales ―vegetales y animales―, están nutriéndose en suelos empobrecidos por la sobreexplotación, y esto hace que nuestras comidas sean deficitarias en estas sustancias.

Por otra parte, los minerales deben tomarse en formas que el cuerpo los pueda asimilar. Desde hace años está de moda tomar suplementos de minerales. Pero muchos de ellos están extraídos de sales y compuestos inorgánicos que nuestro organismo simplemente deja pasar y excreta por la orina, de manera que no operan el efecto deseado. Esto ocurre especialmente con el calcio y el hierro.

¿Cuál es la mejor manera de tomar  minerales? En su forma orgánica, es decir, tal como están presentes en muchas plantas, a ser posible, crudas y de cultivo ecológico. Por ejemplo, las espinacas, las almendras, el sésamo, son los alimentos más ricos en calcio asimilable y los que mejor suplen las carencias que provocan osteoporosis y otros problemas. La gente suele pensar que para tomar calcio necesita beber mucha leche o comer yogur, pero el calcio de los productos lácteos apenas se asimila. Se acumula o se desecha, provocando más problemas que soluciones.

Para los ojos también son muy importantes los minerales. Hay varios, hoy me centraré en el cromo.

Es un oligoelemento esencial, es decir, que lo necesitamos en cantidades muy pequeñas e ingerido, pues nuestro cuerpo no lo fabrica.

El cromo es vital para el funcionamiento del cuerpo entero y del ojo. Entre otras funciones, contribuye a regular el apetito, bajar la hipertensión, aliviar la diabetes II, reduciendo la ansiedad por tomar azúcares, incrementar la masa muscular y eliminar la grasa ayudando a la insulina a metabolizarla, convertir la proteína en músculo y el azúcar en energía. El cromo, además, parece que ayuda a revertir la aterosclerosis o endurecimiento de las arterias.

De acuerdo con un estudio publicado en el Diario de la Academia Internacional de Medicina Preventiva, la deficiencia de cromo está ligada a la miopía o visión corta. El cromo trabaja junto con el ácido fólico (vitamina B-9) y la vitamina C para promover un buen funcionamiento de los músculos ciliares del cristalino, los músculos que enfocan la visión.

Si no hay suficiente cromo en sangre, dicen los investigadores, no se puede mantener un correcto enfoque del ojo. El Dr. Benjamin C. Lane, del Instituto de Optometría Nutricional, ha descubierto que un nivel bajo de cromo es un factor de riesgo en la presión intraocular. En varios estudios ha demostrado que el estrés al enfocar la vista durante largos periodos de tiempo incrementa la presión intraocular. Pero un aporte adecuado de cromo facilita el enfoque y alivia el estrés ocular.

La deficiencia de cromo también se ha asociado al desarrollo de las cataratas.

¿Dónde encontrar cromo? 

En alimentos como la carne magra, el hígado, los huevos, el pollo, las ostras, el queso; el germen de trigo, la levadura de cerveza, los pimientos verdes, la manzana, el plátano, las espinacas y los cereales integrales.

No obstante, como hemos dicho, el consumo de alimentos refinados hace que la dieta habitual de la mayoría de gente sea baja en cromo, y no solo esto, sino que reduce los niveles de cromo. Muchas personas ―atletas, diabéticos, madres lactantes, gente mayor― son más propensas a tener deficiencias de este mineral. Por este motivo se recomienda la suplementación con productos de calidad.

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