APCI, terapia psico-corporal
Nuestro sistema muscular constituye una fuerte coraza. Por un
lado nos sostiene y nos permite el movimiento, pero las tensiones continuas pueden
acortar y endurecer la musculatura de manera que, con el tiempo, se producen
dolores, contracturas y falta de movilidad. Nuestra coraza, tensa y bloqueada,
puede convertirse en una prisión muy dolorosa.
Todos hemos sufrido o conocido a personas que padecen
tendinitis, lumbalgias, dolores en las cervicales… Sabemos de muchas personas mayores
impedidas de realizar muchos movimientos debido a la musculatura anquilosada y
los huesos frágiles. Pero, además, hay un enorme desconocimiento sobre nuestra
anatomía, no solo en las personas a pie de calle, sino entre la clase médica.
La super-especialización hace que muy pocos profesionales de la salud tengan
una visión global del cuerpo y algunos médicos desconocen en buena medida cómo
funciona el sistema locomotor humano.
Además, el común de la gente tenemos ideas erróneas:
pensamos que ir al gimnasio y machacarnos con pesas y ejercicios de musculación
dará más tono a nuestro cuerpo y mejorará nuestra salud. Cuando, en realidad,
lo que estamos haciendo es acortar las fibras musculares, desgastar las
articulaciones y provocar una tensión excesiva al esqueleto. Las consecuencias,
a medio y largo plazo, son lesiones, dolores, reducción de la movilidad,
agarrotamiento y bloqueos. Perseguimos la salud y la belleza y conseguimos
anquilosar nuestros cuerpos, castigando nuestra estructura ósea y muscular.
Entonces, ¿no hay que hacer ejercicio? Claro que sí. Podemos
caminar, trotar, bailar, estirar… pero sin forzar movimientos ni posturas, respirando
e incrementando el ritmo cardiovascular. Cuando nos movemos, trabajamos,
jugamos, paseamos, ya estamos ejercitando todo nuestro cuerpo de forma natural.
Desde hace décadas una serie de terapeutas han descubierto que
los músculos necesitan elasticidad y oxígeno para que el cuerpo esté bien sano
y fuerte. Lo que hay que hacer es estirar y devolver al músculo su longitud y
forma natural, deshaciendo los nudos y contracturas que, a veces, llevan años
enquistados.
De la mano de una persona amiga conocí a Angel Bonet, un
terapeuta que ha creado un método propio de trabajo psico-corporal, el método APCI. Se basa en la
antigimnasia de Françoise Mézieres, en la terapia de Reich y en el análisis
bio-energético de Alexander Lowen, aunando el aspecto físico y el psíquico. Una
sesión con Angel Bonet ayuda a liberar las tensiones acumuladas durante años, a
deshacer contracturas musculares y a revitalizar los músculos y los nervios,
permitiendo que la sangre y la energía circulen mejor por todo el cuerpo.
Vi que esto podía ayudarme para mejorar el riego sanguíneo
del cráneo, incluyendo el sistema ocular. Efectivamente, desde las primeras
sesiones fui consciente de la enorme tensión que oprimía mi cuello y espalda.
Mis músculos, decía Angel, parecían sogas de hierro. Un músculo contraído
oprime nervios y huesos, y dificulta la circulación de la sangre. La terapia APCI, que voy siguiendo con regularidad, me ha ayudado mucho a liberar las
tensiones musculares y emocionales y ha mejorado mi salud en general.
Angel es un profesional excelente: como persona, es culto e
inquieto intelectualmente; mantenemos unas conversaciones muy profundas que
enriquecen nuestra visión sobre la vida y la salud. De manera que, aparte del
beneficio físico, he encontrado un beneficio emocional y espiritual, y he
ganado un nuevo amigo.
Con esta terapia también he visto la importancia de tener
más paz, de ser más flexible, de no preocuparme tanto ni de cargar con más
problemas de la cuenta. He aprendido a conocer mejor mi cuerpo y la maravilla
del sistema muscular que nos sostiene. Cuanto más sé, más me admiro de lo bien
hecho que está el cuerpo humano y de lo importante que es cuidarlo. Con solo un
poco de mimo, responde de inmediato. Nuestro cuerpo quiere estar sano y es muy
agradecido.
Más información sobre el centro APCI: http://www.centroapci.com/inicio.html
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