Quizás muchos habréis oído la importancia del equilibrio
ácido-alcalino en el cuerpo humano. Para los que no, intentaré explicarlo de
forma sencilla.
El cuerpo posee unos valores constantes, necesarios para
vivir: por ejemplo, la temperatura corporal, que debe estar aproximadamente entre
36 y 37 ºC. Otra constante es el PH o grado de acidez, que en términos químicos
significa el potencial de hidrógeno que tienen los fluidos del organismo. Se
mide en una escala de 0 a 14. Por debajo de 7 se considera ácido, por encima de
7 es alcalino. 7 es neutro.
La sangre siempre debe tener el mismo PH, entre 7,35 y 7,45.
Las restantes partes del cuerpo deben conservar sus valores idóneos para
realizar su función. Por ejemplo, la bilis es alcalina, y los jugos del
estómago son muy ácidos. Si el corazón se acidifica, deja de funcionar.
Los detractores o escépticos de la teoría ácido-alcalino
dicen que el cuerpo siempre mantiene sus constantes, de modo que no tiene sentido
hablar de “cuerpo acidificado” o de “alcalinizar” el cuerpo. Claro que esos
valores se mantienen, ¡de lo contrario moriríamos! Pero la cuestión es: ¿qué
debe hacer el cuerpo para mantenerlos? Si por diversos motivos nuestro cuerpo recibe
o segrega más ácido y este invade la sangre, el esfuerzo que deben hacer los
órganos para contrarrestar la acidez es enorme y conllevará un desgaste. Este
desgaste, cuando se hace crónico, termina en enfermedades y trastornos varios,
como veremos.
¿Por qué es importante que el medio sea alcalino?
Además de mantener los valores adecuados de cada parte del
cuerpo, es importante que el medio intercelular sea alcalino. Este medio es el
espacio entre células, donde se encuentra el tejido conjuntivo, y debe estar
limpio y en condiciones. ¿Por qué? Porque aquí es donde se produce un
intercambio vital: actúan unas moléculas llamadas electrolitos que transportan
los nutrientes de la sangre a la célula. Son como los repartidores de comida a
domicilio. Y luego transportan los desechos de la célula a la sangre, para ser
eliminados. Son también como los basureros. Si el medio intercelular está en su
PH correcto, hay suficientes repartidores y basureros, la célula está limpia y
bien nutrida, los tejidos sanos. Pero si el medio intercelular se acidifica, el
tejido conjuntivo se endurece y el medio se empobrece. Se alteran los
electrolitos, quedan pocos o están poco activos, con lo cual el intercambio oxígeno-nutrientes-desechos
no se hará bien. Las células empezarán a padecer hambre y a contaminarse con la
acumulación de residuos. Retendrán agua para contrarrestar los ácidos,
provocando una hinchazón. Terminarán envejeciendo, muriendo o degenerando en
células tumorales.
Otros lugares donde se acumulan sustancias tóxicas y ácidos
son las grasas corporales, las articulaciones y los músculos. De ahí que un
cuerpo muy acidificado dé como síntomas dolores y problemas óseos y musculares.
¿Cómo se acidifica el cuerpo?
A través de elementos que entran de afuera: desde los contaminantes
del aire que respiramos hasta los alimentos que ingerimos. También acidifican
el cuerpo el estrés, las emociones negativas, la toma de fármacos y el impacto
de radiaciones varias.
Nuestra dieta es en gran medida causa de acidez. ¿Qué
alimentos son acidificantes? Los procesados y refinados: azúcares, harinas
blancas, grasas hidrogenadas, conservas y embutidos (por sus aditivos
conservantes), y en general todos los que puedan generar alguna intolerancia y
alergia. Las carnes y los lácteos, si su toma es abundante y continuada,
también acidifican, así como el alcohol.
El proceso de acidificación
La digestión de todos estos alimentos requiere un gran
número de jugos y enzimas digestivas. El bolo digestivo, por tanto, será muy
ácido. Esto requerirá, luego, mucha secreción biliar para alcalinizar la
papilla que pasa al intestino, que no resiste tanta acidez. La bilis y el
hígado trabajarán a tope para conservar el PH del cuerpo. Si esto ocurre
ocasionalmente no pasa nada, pero si a diario estamos ingiriendo alimentos
ricos en azúcares, grasas y harinas refinadas ―algo habitual en Occidente―
llega un momento en que el sistema digestivo empezará a agotar sus reservas
enzimáticas y el hígado y la bilis también. Entonces, ¿qué harán? Echar mano de
otras reservas del cuerpo de donde obtener elementos para alcalinizar el medio.
¿Con qué elementos se fabrican los jugos alcalinizantes? Sobre todo con socio y
también con calcio.
¿Dónde están las reservas de socio y calcio? La primera, en
el estómago. Otra en el hígado. Finalmente, están los huesos. Por eso la dieta
refinada empieza deteriorando el sistema digestivo y, a largo plazo, termina descalcificando
el sistema óseo. La osteoporosis tan temida no es un efecto de la edad, sino de
la acidez permanente.
Acidosis
Se llama así al estado del cuerpo que sufre un desgaste
fuerte por tener que contrarrestar la acidez. La acidosis se manifiesta en
forma de inflamación, temperatura elevada, acumulación de grasa sobre los
órganos, hinchazón, dolores articulares y musculares, malas digestiones,
flatulencias, problemas óseos y enfermedades degenerativas. Una de las
consecuencias más graves de la acidosis es el cáncer. Muchas enfermedades
asociadas a la edad también pueden ser debidas a la acidosis, entre ellas el
Alzheimer, los problemas cardiovasculares, la fibromialgia y las dolencias
neurodegenerativas.
Son muchos los médicos e investigadores que han comprobado que en un medio alcalino las células cancerosas, simplemente no pueden vivir. Mueren y se reabsorben. En cambio, en un medio ácido, virus, bacterias y células degeneradas proliferan a sus anchas.
Por tanto, alcalinizar el cuerpo no solo es curativo, sino
preventivo y garantía de una buena salud.
Cuando alcalinizamos el cuerpo mediante una buena dieta, ejercicio, descanso y cambio de actitud mental ―paz interior, pensamiento positivo― ¿qué ocurre? Que, como el medio intercelular es cada vez más limpio, las células quedan bien nutridas y evacuan bien, por tanto, se mantienen sanas. Los tejidos se regeneran. El aspecto exterior de la persona rejuvenece. La piel cobra lozanía. Todo el funcionamiento del cuerpo mejora. Y se evitan infecciones y enfermedades.
A nivel visual, las delicadas células del ojo, que necesitan
20 veces más oxígeno que las del resto del cuerpo, agradecerán especialmente un
medio limpio y alcalino. No son pocos los pacientes que han manifestado que una
desintoxicación y un cambio de dieta les “aclara” la visión, literalmente.
¿Qué nos alcaliniza?
Sabiendo qué alimentos acidifican, adivinaréis cuáles son
alcalinizantes. Básicamente todas las frutas y hortalizas. Y mejor si se
ingieren frescas, crudas y de cultivo ecológico ―los pesticidas tóxicos
acidifican―. Por eso existen terapias, como la terapia Gerson,
que sanan el cáncer y otras enfermedades a base de jugos de frutas frescas, una
cura de choque para desintoxicar y alcalinizar el cuerpo.
Especialmente ayudan a alcalinizar alimentos como el apio,
el limón, la papaya, la zanahoria, el brócoli,
la col y las verduras de hoja verde ―espinacas, brotes―. Una buena
costumbre es tomar el zumo de un limón, diluido en agua tibia, cada mañana, en
ayunas. Las propiedades
del limón y el bicarbonato, dos potentes alcalinizantes, están ampliamente
demostradas como destructores de células tumorales. Algunos médicos honestos reconocen
que son mucho más eficaces que la quimioterapia, y sin efectos secundarios.
Aunque no estemos enfermos, una dieta alcalinizante siempre
es buena para mantener la salud, no sólo física sino anímica. Es asombroso cómo
cambia el estado mental y emocional cuando seguimos una dieta sana. Esto es más
llamativo aún en personas con depresiones y trastornos nerviosos o
psiquiátricos, pues la alimentación alcalinizante facilita también unas buenas
conexiones neuronales.
Leer más en la página del Doctor
Norberto Feldman.
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